Desapegos y otras ocupaciones.

jueves, 13 de enero de 2022

UNAS SUSTANCIAS TÓXICAS LLAMADAS IDEAS

 


Con todo, lo peor son los daños neurológicos. La mente de los seres humanos segrega constantemente unas sustancias tóxicas, llamadas ideas, que llegan a invadir todo el organismo. No hay persona humana que no arrastre el peso de un montón de ideas en la cabeza. En realidad, tener alguna idea no es malo; pero los humanos, en lugar de tener cada vez una sola idea, persistente y clara, como hacen los gatos, tienen muchas ideas a la vez, por un exceso de secreción de su mente.

   La abundancia de ideas hace que estas se enmarañen y produzcan un estado de confusión permanente, aislamiento con respecto al entorno, déficit cognitivo con respecto a algunas señales evidentes (son incapaces de presentir los terremotos y las tormentas, no perciben el peligro inminente y, en consecuencia, nunca se ponen a salvo a tiempo: los peligros les sorprenden siempre y por ello sufren muchos accidentes); ante una situación de riesgo, en vez de huir y ponerse a salvo en el lugar seguro habitual, se entretienen en analizar qué está pasando y pretenden entenderlo, por lo cual, cuando quieren reaccionar, ya es demasiado tarde. Eso hace que los seres humanos estén muy mal preparados para afrontar los peligros de la existencia: ante un peligro, producen ideas en lugar de actuar.



   Otra consecuencia de esa saturación de ideas en el cerebro es que los seres humanos son en general incapaces de hacer cosas tan sencillas como acomodarse y dejar la mente en blanco. Les resulta dificilísimo —por no decir imposible— conseguir un estado tan simple como es no pensar. Ni que decir tiene que eso les imposibilita para vivir el presente: su cuerpo está aquí y su cabeza está siempre en el lugar inexistente del pasado o del futuro adonde les llevan sus ideas.

   En los casos más graves de la enfermedad Razón, las ideas llegan incluso a impedir el sueño. Cuando los gatos hacen sus excursiones nocturnas, muchas veces oyen con claridad a los seres humanos revolviéndose en sus camas, dando vueltas sobre sí mismos: son las ideas, que les impiden descansar, como si tumbados a oscuras a las cuatro de la mañana pudieran resolver algunos de los problemas que ellos imaginan que les aquejan, y que la mayor parte de las veces no son sino secreciones producto de su Razón. Solo son capaces de conciliar el sueño cuando empieza a amanecer y suena el despertador.

PALOMA DÍAZ-MAS - "Lo que aprendemos de los gatos" - (2014)


Imágenes: Vladimir Zotov

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