Desapegos y otras ocupaciones.

martes, 25 de enero de 2022

LA ACOMPAÑO A LA CLÍNICA

 


La acompaño a la clínica. Es un edificio espantoso entre otros edificios espantosos. Se alzan sobre la bahía como icebergs fulgurantes que aprisionan ideas, cuerpos, afanes. Vemos la punta superior: bufetes de abogados, empresas tecnológicas e informáticas, corporaciones. El resto, la parte escondida, navega bajo los mares del tercer mundo. En una segunda planta de uno de esos monstruos de vidrio, la clínica de reproducción asistida. Samsa entra resuelta. No ha hecho falta que me lo pidiera, ambas hemos dado por hecho que a partir de ahora yo iré a donde vaya ella. Es una perspectiva desalentadora, pero es así. Nos hacen pasar a una sala de espera. Cuando se sienta, con la americana bien planchada, el pelo perfecto y los ojos pintados, es como si tomase posesión de la sala, como si se proclamase reina. Me doy cuenta de que con ella todo funciona así. Desprende un poder sutil, casi tierno, flexible y bello, pero resistente como la seda de las telarañas. Te atrae tanto como te apresa, te permite removerte, pero no abandonarla.


 Me ase la mano y enciendo tres cigarrillos con el pensamiento. No los fumo, sólo los enciendo y doy una calada larguísima, los apuro sin respirar. Las sillas son cómodas. Las revistas, recientes. Los suelos, claros y brillantes. Las plantas, bien cuidadas, parecen artificiales. Es el lugar perfecto para ella, encaja en él por una suerte de derecho innato. Otra pareja se sienta frente a nosotras, también rondan la cuarentena. La ropa limpia, acabada de desdoblar, las manos asidas por una especie de protocolo consuetudinario. Hojean una revista que pretende aconsejar cómo ser buenos padres y madres. La fotografía de la portada, un hombre y una mujer con la cara extraviada de los sectarios y un recién nacido en los brazos, me repugna aún más que la idea de que alguien preñe a Samsa con una jeringa y una donación orgánica. Si algún día ella aparece con un manual así, tendremos un problema gordo, de esos que ni troceándolo muy fino pasaría por el colador del amor.

EVA BALTASAR - "Boulder" - (2020)


Imágenes: Steffen Dam

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