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jueves, 27 de enero de 2022

MI REINO NO ES DE ESTE MUNDO

 


Dijiste: «Mi reino no es de este mundo» (Jn 18,36), y sin embargo, tus máximos representantes han sido desde hace siglos monarcas de un reino. Y lo remachabas diciendo: «Si mi reino fuese de este mundo mi gente habría combatido para que yo no fuese entregado a los judíos».

   Tu reino, Jesús de Nazaret, no fue de este mundo, pero el de tus representantes sí. Hasta hace muy poco han tenido ejércitos que han combatido por ellos y por defender sus posesiones terrenales; y sus soldados no eran simbólicos y «de carnaval» como son en la actualidad los de la guardia suiza en el Vaticano, sino que eran con mucha frecuencia fanáticos voluntarios o feroces mercenarios que en ocasiones realizaron matanzas que hubiesen avergonzado a cualquier tirano.

   El suyo es un reino con palacios y museos; un reino con embajadores, con recaudadores de impuestos, con códigos de justicia y con penalidades para aquellos que no cumplan las leyes; un reino con bancos y con banqueros tramposos y avaros —aunque estén ordenados in sacris— a los que no les importa en qué invierten el dinero del reino, con tal de que produzca buenos dividendos; un reino en donde no sólo se politiquea internamente en los palacios vaticanos, sino que se lleva la política y las influencias a todos los otros Gobiernos en donde hay súbditos cristianos; un reino en donde por siglos se cobraron tributos directos —yendo contra lo que tú habías dicho— y en donde en la actualidad se cobra por los servicios espirituales que se prestan. Los bautizos, las misas, los entierros y las bodas tienen tarifas como en cualquier oficina del gobierno. Tu reino espiritual, Jesús de Nazaret, tus representantes lo han convertido en un reino de este mundo. Si eres Dios, ¿no pudiste preverlo?



   Tan en serio han tomado su papel de reyes y de señores de este mundo que desde muy temprano en la historia se preocuparon de agenciarse territorios arrebatándoselos a las buenas o a las malas a otros reyes y señores más débiles que ellos. Nuestro catolicísimo Felipe II tuvo que hacerle la guerra a uno de ellos (Paulo IV), que quiso usurparle sus posesiones en Italia; y si nos pusiésemos a enumerar todas las guerras que tus representantes, grandes y pequeños, han hecho con el único objeto de conseguir o de defender tierras y ciudades, no terminaríamos.

   ¡Qué mal ejemplo, Jesús de Nazaret, han dado tus pontífices a lo largo de la historia! ¿Cómo no los asististe de una manera especial, tal como lo habías prometido, para que respetasen tu voluntad y no hiciesen caricatura o burla de tus palabras? Dijiste: «Las zorras tienen cuevas y las aves del cielo tienen nidos, pero el hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza» (Lu 9,58). Tus representantes están muy lejos de imitar tu ejemplo en cuanto a vivienda. No sólo los pontífices romanos han vivido siempre en suntuosas mansiones, sino que hasta los cientos de obispos de todo el mundo distan mucho de no tener dónde reclinar la cabeza. Y esto se ha hecho tan común y normal que sus moradas se llaman ordinariamente «palacio episcopal».

SALVADOR FREIXEDO - "Interpelación a Jesús de Nazaret" - (1989)


Imágenes: Shane Drinkwater

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