Desapegos y otras ocupaciones.

viernes, 28 de junio de 2019

Y ES QUE ESO ES LA BELLEZA



La primera vez que la vi, a Claudia, fue en un sitio de fotocopias adonde había ido a hacerme una copia del DNI para empadronarme en el barrio. Era ese tipo de local pequeño y oscuro con un escalón para bajar, donde también venden regalos feos y bisutería de cuentas probablemente hecha por alguna amiga del dueño, un chaval que se enderezó de golpe al ver entrar a alguien a mi espalda. Entonces me volví a mirar. Nos quedamos en silencio los dos, un silencio con el que ella no se dio por aludida. Tenía prisa, sólo quería cambio para la máquina de tabaco, y aunque había una cartulina en la puerta donde ponía muy claro «No tenemos cambio para el parking», el chico le cambió el billete de veinte euros sin pensárselo mucho. «Se llama Claudia», me dijo después de que se fuera por donde había venido, dejando atrás el holograma de su belleza, y es que eso es la belleza, lo que se piensa otra vez.
ESTHER GARCÍA LLOVET - "Cómo dejar de escribir" - 2017


Imágenes: Truls Espedal

viernes, 21 de junio de 2019

TERRIBLE PAÍS DE LOS SUEÑOS




Terrible país de los sueños, donde la ley es un calidoscopio. Toda una noche me habita el rostro, el cuerpo, la ternura de alguien a quien quiero, a quien encuentro en la calle o tanto sitio de común aprecio. También retorna en el sueño siguiente; durante semanas gobierna mi dormir con la misma fría petulancia de su vida.
   Luego cesa. He pensado tantas veces su imagen mientras andaba por la calle, al entrar a un café, frente a poemas que un día nos gustaron a ambos. Toco con estas manos una misma región diurna; nada cambia en esta celebración continua de un desaliento. Pero entonces, bruscamente, falta. Sueño una noche entera episodios prodigiosos donde su presencia sería necesaria, hasta forzosa. No está. Aún soñando me doy cuenta. Sé al despertar que por semanas no volveré a ver su imagen; el calidoscopio ha dado una pequeña vuelta, y otras leyes rigen este mundo en el que sólo persiste un elemento común: mi ojo que mira, que mira.
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Ya sospechaba, de niño, que ponerle nombre a una cosa era apropiármela. No bastaba eso, necesité siempre cambiar periódicamente los nombres de quienes me rodeaban, porque así rechazaba el conformismo, la lenta sustitución de un ser por un nombre. Un día empezaba a sentir que ya el nombre no andaba bien, no era la cosa mentada. La cosa estaba ahí, nueva y brillante, pero el nombre se había gastado como un traje. Al darle entonces una nueva denominación, me probaba oscuramente que lo importante era lo otro, esa razón para mi nombre. Y durante semanas la cosa o el animal o la persona se me aparecían hermosísimos bajo la luz de su nuevo signo.
JULIO CORTÁZAR - "Diario de Andrés Fava" - (1995)


Imágenes: Barbara Florkzyk



EL PROBLEMA DE INCORPORARSE A LAS AULAS





El problema de incorporarse a las aulas por primera vez es el del extrañamiento de la realidad. Qué hacemos tantas niñas calladitas y sentadas en nuestras minúsculas sillas de madera, mirándonos con desconfianza, protegiendo nuestros lápices, deseando lo ajeno, apretando los muslitos para no mearnos encima. La primera toma de contacto con el colegio está marcada por la expulsión del hogar y por el aprendizaje triste de que el cariño no es algo que se presuponga, sino que hay que ganar con el sudor de la frente el privilegio de agarrarse a la falda de la señorita y de que ella te acaricie la cabeza como a los animalitos. Más tarde, con eso no basta y es preciso adquirir una posición dentro del grupo, afianzar una jerarquía, hacerse con el poder y mantenerlo año tras año.




Los bebés soportan que les horaden los lóbulos de las orejas, que se les caiga la tripa seca del ombligo, que les salgan los dientes, los pinchazos de las vacunaciones, la cuchara dentro de la boca, la textura de los purés, el amasijo de los pañales y las escoceduras, con una entereza digna de admiración; los niños, en los colegios, luchan a brazo partido por destacar o por esconderse, por integrarse en el grupo o por conservar la autonomía. La fortaleza que mostramos en los primeros años no puede compararse con ninguna experiencia posterior de una vida adulta de clase media: no estoy hablando de exploradores en el Amazonas o de empresarios que viven en el filo de la ley. Los niños han de poseer un corazón que late a muchas pulsaciones y tiempo por delante, para no encerrarse en un cuarto y renunciar a todo con un cansancio anticipado: fingir que no se entiende, pasar por catatónico, no renunciar al seno de mamá.
MARTA SANZ - "La lección de anatomía" - 2008


Imágenes: James Hale

viernes, 14 de junio de 2019

ES OSCURO Y NO SÉ DECIRLO





Es oscuro y no sé decirlo: sentir que mi vida y yo somos dos cosas, y que si fuera posible quitarse la vida como la chaqueta, colgarla por un rato de una silla, cabría saltar planos, escapar a la proyección uniforme y continua. Después ponérsela de nuevo, o buscarse otra. Es tan aburrido que sólo tengamos una vida, o que la vida tenga una sola manera de suceder. Por más que se la llene de sucesos, se la embellezca con un destino bien proyectado y cumplido, el molde es uno: quince años, veinticinco, cuarenta— la galería. Llevamos la vida como los ojos, puesta de modo tal que nos conforma; los ojos ven el futuro del espacio, como la vida es siempre la delantera del tiempo.
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Un cielo bajo, blanco, translúcido, tan contra mí que si muevo la cabeza lo siento en el pelo, en las orejas. No es el cielo, es la sábana de mi cama de verano. Tengo diez años y viajo por dentro de mi cama.  
 Secreta delicia del encuentro con mi cuerpo, su geografía bajo la luz lechosa, bajo el calor fragante. Tapado por la sábana, ovillándome poco a poco para avanzar con precaución de amateur hacia lo más central y escondido; aceptando esa realidad enteramente mía (y no creándola, es mentira que el niño cree su mundo en cuanto crear supone conciencia de creación; el niño crea su mundo como el árbol su copa). Entonces desgajarse de las pequeñas miserias de la convalecencia, el recuerdo o la previsión de las medicinas, las faltas a la escuela, el vago horror de todo lo debido y todo lo amenazado. Solo, en su reino pequeñito y claro, bajo su velario petulante, el niño accedía al viaje perfecto, a las aventuras de fina bitácora y estrelladas derrotas. 
 Había allí un espacio hostil pero extrañamente conciliado, donde los peligros no amenazaban de verdad aunque su presencia requiriera la lucha, el cálculo de ojo sagaz, el pronto manotón a la circunstancia.
JULIO CORTÁZAR - "Diario de Andrés Fava" - 1995



Imágenes: Barbara Florczyk

viernes, 7 de junio de 2019

ME HE PASADO TODA LA NOCHE






Me he pasado toda la noche
deseándote.
Deseando ser tu cobijo,
tu ritmo acompasado
y besar estrellas en tus manos
y enjugar tus lágrimas dulces
con el rumor de mi cántico.

Deseando tu aroma sano
de vainillas y de clavos,
penetrando en mi cerebro
con suavidad de remanso.

Me he pasado toda la noche
deseando que el tiempo borre
las heridas de su rastro
y que el amanecer se lleve
las dudas y los fracasos.

Me he pasado toda la noche
ardiendo
de ímpetus refrenados,
silenciando las hogueras
que el miedo encendió a su paso.


Imágenes: Yvonne Jeanette Karlsen

18/09/2010