Desapegos y otras ocupaciones.

domingo, 23 de enero de 2022

PORQUE AQUEL OLOR

 


La mujer. Una isla color canela sobre las baldosas.

   La mujer desnuda.


   (debe ser normal, debe ser común, chico de doce años,

   yo, yo ese mediodía,

   chico que toca la puerta de su amigo del colegio y queda suspendido en el aire, queda enmudecido, al ver que una mujer salvajemente hermosa abre y con voz apagada


   pasa adelante, Alberto está en el cuarto y te espera y en la nevera hay unas croquetas para hacer y hay algo de pollo y refresco y si les apetece tienen dinero que les puse en la mesa por si quieren comprar una pizza y me voy un beso adiós adiós


   porque el beso en la mejilla me dejó inmóvil, gélido, ¿qué clase de madre era esa?, ¿cómo podía una madre tener ojos encendidos como los de un gato, ojos como brasas, y esa blusa ceñida en la que los pechos se alzaban como barquillos de helado, y esa cintura estrecha, esas piernas felices que debían silenciar el mundo cada vez que la falda se alzaba un poco?)



   La puerta del apartamento.

   Los dos amigos que suben con prisa y carcajadas la escalera.


   (la incongruencia del mundo, el universo paralelo al que accedemos por azar, ¿nunca les ha ocurrido? un sitio donde las madres no son señoras con camisas anchas, colores amarillentos en el pelo, crucifijos, dietas de lechuga, prensa rosa, bolsas del mercado, olor a pimentón, cebollines,

   porque aquel olor,

   la madre de Alberto era un olor cremoso, un olor cítrico y acaramelado que flotaba como una nube y que era su anuncio, la orilla de un olor, la esponjosidad de un olor, el olor mismo, y luego la madre de Alberto,

   ella misma,

   olorosa junto a nosotros, caminando descalza con unos pies que algún pintor italiano hubiese deseado para sus «madonnas», unos pies perfectos, unos dedos gráciles flotando sobre el suelo del apartamento, aquel apartamento cubierto de libros, muchos traducidos por la madre de Alberto, muchos editados por la madre de Alberto, que era hermosa, descalza, políglota.

JUAN CARLOS MÉNDEZ GUÉDEZ - "Hasta luego, míster Salinger" - (2007)

Imágenes: Micaela Lattanzio

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