Desapegos y otras ocupaciones.

sábado, 11 de noviembre de 2023

ROXANA Y SANTIAGO ERAN LA MISMA PERSONA


«¿Por qué hay hombres que sólo piensan en sexo?». La frase era el título de la nota que Santiago había ido a entregar a la revista Cosmopolitan. Ciento veinte líneas de su delicada prosa dedicadas a desmenuzar las razones del monotemático pensamiento masculino. Aunque para ser exactos, quien firmaba la nota no era Santiago sino Roxana Rosenthal. El secreto mejor guardado del mundo que iba de Puán 480 a los kioscos de revista de las avenidas Corrientes y Santa Fe: Roxana y Santiago eran la misma persona. Un secreto que solamente conocía la jefa de redacción de Cosmopolitan, al fin y al cabo la responsable de que Santiago deviniera en Roxana. Hacía ya un año que su entrada principal de dinero provenía de artículos, informes y reseñas que hacía para la edición argentina de Cosmopolitan.

   Había comenzado como un juego por el que le pagaban: en vez de hacer notas desde una visión masculina debía ponerse en la piel de una mujer y escribir sobre las diferentes sensaciones del orgasmo múltiple y vaginal, el sexo durante el embarazo, el sexo durante la adolescencia, sobre las conveniencias e inconveniencias de mentir el orgasmo, el sexo durante el climaterio, la sexualidad de las mujeres profesionales, sobre los mejores métodos para retener al hombre amado, las conveniencias e inconveniencias de los hombres casados, el sexo después del parto, el sexo después de los 60. Es decir, sobre todos los temas que interesaban a las mujeres.

   Había comenzado como un juego y había terminado como una adicción. Necesitaba escribir desde su piel de Roxana tanto como ocultarlo. Nadie sabía que Roxana era él, ni los amigos de la V., ni sus otros amigos, ni sus amigas más amigas, ni sus novias pasadas, ni sus compañeros de la facultad. Lo más tonto de todo es que si lo hubiera confesado, en la revista cultural por ejemplo, se habría ganado el respeto de más de un irrespetuoso por ese amor a priori a todo lo que fuera bizarro, decontracté y confusamente relacionado con el sexo.

   Porque al fin y al cabo, Santiago se había convertido, en apenas un año, en un especialista en sexualidad femenina, un cartógrafo del punto G, un buceador del orgasmo múltiple, un defensor de los ovarios, un agrimensor del monte de Venus, un moralista que reivindicaba ya no la frente bien alta sino el culo y las tetas en elevación.

SERGIO OLGUÍN - "Filo" - (2003)


Imágenes: Carlos Cabo 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.