Desapegos y otras ocupaciones.

lunes, 20 de diciembre de 2021

¿QUÉ COLOR ES MÁS FEO?

 


La oficina de salud mental quedaba sobre la calle Florida. Por la ventana se veían unos comercios sucios, dos o tres neones apagados y las típicas cajas de aire acondicionado reventando las fachadas. ¿Qué venden esos quioscos? ¿Quién compra tantas flores en Buenos Aires? Sentada en una silla de cuerina que me hacía transpirar las piernas, acaté las órdenes de la psicóloga y dibujé un hombre bajo la lluvia. Un hombre con paraguas. Eso está bien, sí, solo que el hombrecito —de estricto traje y corbata— estaba parado sobre la nada misma: nada de piso, nada firme donde apoyar sus zapatos lustrados, y las gotas no nacían de nubes tormentosas sino del borde de una hoja blanca como un abismo. Dibujé una casa con las ventanas chanfleadas y sin chimenea. Dibujé una familia disfuncional, sin padre y sin perro. Dibujé una persona con orejas, sí, solo que sus manos eran demasiado pequeñas, apenas un garabato en la punta del brazo, y sus pies desproporcionados. Hice rayas, círculos, arbolitos cagados por pájaros, huevos en las ramas. Contesté trescientas preguntas de opción múltiple: «A veces me siento sin esperanza. A veces creo que la vida no tiene sentido. A veces pienso en la muerte. A veces tengo miedo. A veces lloro sin razón».



   Elegí colores. Descifré manchas de Rorschach. (¿Qué color es más feo: el amarillo histérico, el negro, el marroncito vómito?). A veces me siento una boluda, señora psicóloga, creo que me contradigo. Siempre me contradigo. Ella me mira. Señora psicóloga, ¿quién compra flores en Buenos Aires un lunes a las tres de la mañana? ¿Alguno de sus amantes le compró una yerbera un martes de madrugada? Porque Jesús está ahí —el peruano de las flores, no el que usted piensa—. Jesús vino desde Cuzco para dormir con un tubolux en la cara y la cabeza colgando hacia atrás. Hace frío y tiene los brazos cruzados en el pecho, se autoabraza. ¿Cómo definiría usted el perfil psicológico de alguien que se autoabraza y no vende una sola flor en toda la noche? Pero no hago preguntas; ni siquiera a Jesús, cuando le compro una menta porque no me animo a preguntarle si de verdad vende droga y no puedo confesarle que a veces tengo pensamientos de muerte.

FERNANDA TRÍAS - "La ciudad invencible" - (2014)


Imágenes: Shoshanah Dubiner

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