Desapegos y otras ocupaciones.

domingo, 14 de julio de 2024

OBRA DE FANTASMAS O DE SATÁN

 


Las asambleas han sido organizadas a la carrera por Agata Friesen y Greta Loewen en respuesta a las extrañas agresiones que llevan ya varios años atormentando a las mujeres de Molotschna. Prácticamente todas las mujeres y niñas han sido violadas desde 2005, y en su momento muchos de la colonia creyeron que era obra de fantasmas o de Satán, en teoría como castigo por sus pecados. Las agresiones sucedían de noche. Mientras las familias dormían, dejaban inconscientes a las niñas y mujeres rociándolas con un espray del anestésico que utilizamos para los animales de la granja y que elaboramos con belladona. A la mañana siguiente se despertaban doloridas y aletargadas, a menudo sangrando, sin entender a qué podía deberse. No hace mucho que se ha sabido que los ocho demonios responsables de las agresiones han resultado ser hombres de carne y hueso de Molotschna, la mayoría de ellos parientes cercanos -hermanos, primos, tíos, sobrinos- de las mujeres en cuestión.



 A uno de los hombres lo reconocí vagamente. Jugábamos juntos de pequeños. Se sabía el nombre de todos los planetas o, si no, al menos se los inventaba. Su apodo era Froag, que significa «pregunta» en nuestro idioma. Me acuerdo de que quise despedirme de aquel chico antes de abandonar la colonia con mis padres, pero mi madre me dijo que mi amigo estaba pasándolo mal con los molares de los doce años y que había contraído una infección y no podía salir de su cuarto; ahora no tengo tan claro que eso fuese verdad. Pero el caso es que en la colonia no se despidieron de nosotros cuando nos fuimos, ni ese niño ni nadie.

 Los demás asaltantes son mucho más jóvenes que yo y no habían nacido, o eran críos de pecho o de dos o tres años, cuando me fui con mis padres, de modo que no los recuerdo de nada.

 Molotschna, al igual que todas nuestras colonias, es autárquica y aplica sus propias leyes. En un principio Peters pensó en encerrar varias décadas a los hombres en un cobertizo (parecido al mío), pero no tardó en hacerse evidente que la vida de los hombres corría peligro. Salome, la hermana pequeña de Ona, agredió a uno con una guadaña, mientras que un grupo de colonos borrachos y airados, parientes de las víctimas, colgó a otro por las manos de la rama de un árbol. Murió, al parecer olvidado, cuando los hombres borrachos y airados perdieron el sentido allí mismo en el sembrado de sorgo, junto al árbol. Después de eso, Peters decidió, con el apoyo de los ministros, llamar a la policía para que los detuvieran -es de suponer que por su propia seguridad- y se los llevaran a la ciudad.



 El resto de los hombres de la colonia (salvo por los que están seniles o inválidos, y mi persona, por razones que no me honran) han ido a la ciudad para depositar la fianza para los agresores detenidos, con la esperanza de que los dejen volver a Molotschna mientras siguen a la espera de juicio. Y cuando los responsables vuelvan, a las mujeres se les concederá la oportunidad de perdonarlos, lo que garantizaría un lugar en el Cielo para todos. Por lo que ha dicho Peters, si las mujeres no perdonan a los hombres, tendrán que abandonar la colonia y vivir en el mundo exterior, del que nada saben. Las mujeres tienen muy poco tiempo, sólo dos días, para organizar su reacción.

Según me ha contado Ona, las mujeres de Molotschna votaron ayer. Se podía votar por tres opciones.  

 1. No hacer nada.

 2. Quedarse y luchar.

 3. Irse.

MIRIAM TOEWS - "Ellas hablan" - (2018)


Imágenes: Robert Strati

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