Desapegos y otras ocupaciones.

jueves, 18 de abril de 2024

TE PATROCINA EL PAPA


Saqué mi Pinarello del coche y le puse la rueda delantera. André me esperaba subido en su Pegoretti, con un pie en el suelo. Llevaba un maillot de ciclista rojo y negro, del equipo Amore & Vita. En el pecho tenía la M mayúscula de McDonald’s.

   Puse a cero el cuentakilómetros y me subí a la bicicleta. Teníamos que cruzar el Mosa, íbamos a hacer el recorrido de entrenamiento de André, una «vueltecita por el Rotte».

   —Te patrocina el Papa —le dije.

   —Sí. Me dedico a difundir el mensaje sagrado. Nada de aborto, ni de eutanasia, solo amor y hamburguesas. Me lo regaló Ludmilla. Es un poco puritana.

   Después de un kilómetro, llegamos al puente de Erasmo.

   —Esta es mi montaña —me explicó André—. Si tengo ganas, la subo y la bajo diez veces. Con el plato grande, es bueno para la potencia.

   —Te lo tomas en serio.

   —Vivo como un monje. Nada de alcohol, nada de tabaco, nada de drogas. Me paso una hora al día boca abajo. Yoga. Reposo, recato, regularidad: las tres erres, este es mi lema actualmente. Y montar mucho en bicicleta, para mantener la cabeza despejada. Ahora pienso que fue una lástima que no te acompañara, por aquel entonces.

   —¿A qué te refieres?

   —Cuando viniste a preguntarme si me iba contigo a montar en bicicleta, ¿no te acuerdas? Yo estaba tumbado en el sofá leyendo un cómic. Tal vez habría podido labrarme una buena carrera de ciclista profesional, quién sabe. Lo llevaba en los genes. Y era lo suficientemente canalla.

   Se incorporó y se fue pedaleando delante de mí. Yo miraba más allá del río. Bonita escapada, con un traficante de cocaína al frente y un periodista de sucesos a su rueda. Rodamos por la ciudad hasta llegar al Rotte; luego seguimos el río hacia el noreste.

   Le pregunté cuándo había empezado a montar en bicicleta.

   —Hará cosa de un año. Con la Raleigh de mi viejo. Digamos que por la herencia. Hice que me la arreglaran y la he estado utilizando hasta el mes pasado. Para sentir que estaba montando con mi padre fallecido. Manteníamos largas conversaciones. Por supuesto, a Gerrit no le gustaba nada lo que yo hacía. Se lo comenté alguna vez —Se detuvo un momento—. Esa bicicleta está hechizada.

   —Sé lo que quieres decir. Yo a veces pienso que con cada ciclista que te encuentras de frente viene un pelotón invisible.

BERT WAGENDORP - "Ventoux" - (2013)


Imágenes: Thomas Yang


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