Desapegos y otras ocupaciones.

martes, 23 de enero de 2024

ES SOLO MÚSICA


De vuelta a casa, no dejé de darle vueltas a la idea. Formar una banda era la solución a todos nuestros problemas. Me sentía capaz de hacer algo importante con mi vida, algo que se encontraba fuera de todo lo establecido.

   Visité la biblioteca municipal y saqué discos y libros. Si iba a ser miembro de una banda, tenía que pensar como ellos lo hacían. Entre mis manos se encontraba Alta Fidelidad de Nick Hornby; Wouldn’t be Nice, una biografía sobre Brian Wilson y Por Favor Mátame, la historia oral del punk-rock. También saqué prestados Tommy de The Who y Rocket to Russia de The Ramones. El rock’n’roll en mis venas. Debía encontrar la manera de comprar un instrumento.

   Cuando entré por la puerta, sentí el olor a filetes de ternera que mamá estaba preparando para la cena. Mi padre leía el periódico en el sofá del salón con un vaso de vino en la mano.

   —No son horas de llegar a casa. Es martes, deberías estar preparando tus exámenes —dijo él con un tono de voz seco y monótono.

   —Joder, papá. Quedan dos meses.

   Puede que no fuera el mejor momento para abrir la boca. Nunca sabía si había tenido un buen día o no en el trabajo. Cuando las cosas iban bien, bebía para celebrarlo, y cuando había sido una jornada terrible, también.



   —¿Qué llevas ahí? —Dijo señalando mi mochila.

   —Nada. Está vacía —dije con torpeza.

   —No suena como una mochila vacía —dijo serio—. Vamos, no mientas. Soy tu padre.

   Un jodido mamón, pensé.

   Deseé que su vaso se hubiera derramado.

   Temeroso, saqué poco a poco lo que guardaba en ella.

   —Vaya… —murmuró—. Esto es lo que te llevas entre manos.

   —Es documentación… para un trabajo, ya sabes.

   Mi padre miró los objetos uno por uno. Después agarró el disco de The Ramones y me miró a los ojos:

   —¿Sabes dónde está toda esta gente ahora?

   Guardé silencio como alguien que machaca la cabeza de una persona con un bate de béisbol y se disculpa arrepentido.

   Conocía la respuesta.

   —Muertos. Están todos muertos por no escuchar lo que un día alguien les dijo. Por salirse del camino que les correspondía.

   Mientras hablaba, me imaginaba a mí mismo de adulto siguiendo el camino de mi padre y preferí estar muerto que convertirme en el amargado que me daba la paga cada viernes.

   —Es solo música —dije.

   —No, no lo es. Devuélvelos —dijo regresando a su diario y vaso de vino—. Olvídate, es una pérdida de tiempo. Lo agradecerás con el tiempo.

   Al cruzar el pasillo, mi madre miró con pena y compasión apoyada en el marco de la puerta y regresó a la cocina.

PABLO POVEDA - "Ella es punk rock" - (2015)


Imágenes: Bill Domonkos

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