Desapegos y otras ocupaciones.

lunes, 8 de enero de 2024

EL HEDOR ANIMAL

 


No sé si desde lo de Falco y las complicaciones prácticas de su deceso, mi olfato se ha vuelto más sensible, pero siempre que entro a un salón de clases repleto de adolescentes tengo qué controlar mis náuseas. Por Dios, pienso mientras escribo en el pizarrón los temas posibles para un ensayo. Ellos, por su parte, comienzan a lloriquear, quejándose de cualquier insinuación que implique un esfuerzo de su parte. Ya no son pubertos de secundaria que aún no han descubierto la existencia de algo llamado desodorante. ¿Nadie les ha dicho que apestan: sus novios, novias, sus padres? Con la mayor discreción que puedo, acerco mi nariz al marcador con el que escribo; su aroma me llena de nostalgia por aquel tiempo en el que yo creía que ser maestra y compartir mi pasión por la literatura podría cambiar el mundo de alguna manera. «Con que pueda cambiar al menos a un estudiante cada año, con eso vale la pena el esfuerzo», recuerdo haber dicho varias veces como perico que lee libros de autoayuda. «Ilusa», me digo en voz baja y tapo el plumón. ¿Cómo voy a cambiarlos con mis clases si no puedo ni siquiera hacer que se bañen? Tampoco es que vengan de familias de bajos recursos y que no tengan agua en sus casas. 



¿Por qué entonces el salón tiene qué apestar así? Puedo soportar el olor a cigarro o el resabio a mariguana. Es lo fisiológico con lo que no puedo. El hedor animal.

Mis alumnos ponen a mi clase la misma atención que los tiburones blancos a las rémoras que navegan junto a ellos. Sus vidas pragmáticas y simples no tienen espacio para algo «que no sirve para nada», es decir, para la literatura. Me sentiría ofendida, aunque sea un poco, si no supiera que opinan lo mismo de todas y cada una de sus otras materias. Supongo que no les interesa ninguna porque no tienen idea respecto a su futuro. «¿Para qué nos sirve esta clase, miss?», preguntan con sus caras tersas contraídas en un gesto de asco y de hastío. «¿Para qué le sirves tú al mundo?», quisiera responderles. «Tardarás mucho en ser composta, lo único para lo que servirás». Ojalá pudiera decirles eso.

LILIANA BLUM - "Cara de liebre" - (2020)


Imágenes: Martin Jarrie

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