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martes, 18 de octubre de 2022

TENGO UN AMANTE VEINTICUATRO AÑOS MAYOR QUE YO


Tengo un amante veinticuatro años mayor que yo que me ha enseñado dos cosas. Una, que no puede haber pasión verdadera si no se traspasa algún límite, y dos, que un hombre mayor solo puede darte dinero o lástima. Rex no me da dinero; tampoco lástima. Por eso dice que nuestra pasión, que ha rebasado los límites, corre el peligro de comenzar a extinguirse en cualquier momento.

Hasta antes de conocerlo yo había asistido a dos presentaciones de libros y nunca había ocurrido nada, lo cual es un decir, porque bien mirado cuando no ocurre nada es cuando realmente están ocurriendo las cosas. Y esa vez ocurrieron del siguiente modo: yo estaba sola, en medio de un salón atestado, preguntándome por qué había decidido torturarme de esa forma, cuando me di cuenta de que Rex, un famoso escritor a quien solo conocía de nombre, estaba sentado junto a mí. Cuando terminó la lectura del primer participante, aplaudí. Acto seguido, Rex levantó la mano, increpó al participante, volvió a acomodarse en su asiento.

 


Con pequeñísimas variantes esta fue la dinámica de aquella presentación: se leían ponencias, se aplaudía y Rex alababa o destrozaba al hablante, comentando siempre con alguna de las Grandes Figuras que tenía cerca. Alguien leía, Rex criticaba, otro más leía, Rex criticaba, yo aplaudía. Si el minimalismo es previsibilidad y reducción de los elementos al menor número de variantes posible, esta fue la presentación más minimalista en la que he estado. Terminada la penúltima intervención a cargo de una autora feminista, Rex criticó, yo aplaudí, fui al baño. Lo oí decir que la estupidez humana no podía caer más bajo. Al regresar, antes de que se diera por terminado el acto, noté que Rex tenía puesta la mano abierta sobre mi asiento y distraído conversaba con alguien. Cuando señalé el sitio en el que había estado sentada y en el que ahora su mano autónoma y palpitante aguardaba como un cangrejo, Rex clavó la mirada en mí y dijo: «la puse ahí para que se mantuviera caliente». Dos horas después estábamos haciendo el amor, frenéticamente. Así se dice: «frenéticamente». También: «enloquecidamente». En el amor todo son frases prestadas y uno nunca está seguro de decir lo que quiere decir cuando ama. Pero cuando uno quiere con todas sus fuerzas no estar allí y no puede hacerlo, ¿cómo se dice?



Lo primero que tengo que admitir es que no sé muy bien en qué consiste el decadentismo nihilista porque nunca antes de conocer a Rex me lo había planteado. Según él, ese término define a la Generación X, la más decadente y desdichada de las generaciones de este siglo, a la que desafortunadamente pertenezco. Yo no hice nada para pertenecer a ella. Pero si quisiera ponerme en el plan en el que según Rex debiera, podría arrepentirme solo de un hecho: haberme sentado junto a él, un escritor tan famoso, en una presentación de libros. La regla de oro entre los asistentes a este tipo de actos es que nadie se involucre con nadie y que las amistades, si es que prospera alguna, estén cimentadas en el más puro interés (te doy, me das; te presento, me presentas; te leo, me lees) o en el descuido. Rex dice que toda relación que no provenga del alcohol es falsa.

ROSA BELTRÁN - "Amores que matan" - (2008)


Imágenes: Laura Berger

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