Desapegos y otras ocupaciones.

lunes, 28 de febrero de 2022

GAVIOTAS Y UN CURSO DE PELUQUERÍA


 Las gaviotas aterrizaron en Athertown el 11 de julio de 1979. Nubes de ellas, en un número nunca visto desde que los ornitólogos empezaron a registrar fenómenos así. Científicos de todo el país aventuraron hipótesis sobre patrones meteorológicos erráticos y desvíos en las rutas migratorias. En un primer mоmento, Nal, malhumorado, apenas si reparó en ellas. Avanzaba ensimismado por la tarima del paseo marítimo botando su pelota de baloncesto sin percatarse de las gaviotas instaladas a centenares sobre Strong Beach, agrupadas tan densamente que desde lejos parecían montículos de nieve. Sus cuerpos cubrían las crestas de las dunas. Si Nal hubiera levantado la vista, habría reparado en un cumulonimbo de gaviotas en lo más hondo del cielo, volando en bandada hacia el mar. Pero no, agachó la cabeza bajo el sucio toldo turquesa de un carrito de comida ambulante y se gastó su último dólar en una hamburguesa; mientras forcejeaba con un sobrecito de mostaza amarilla, una gaviota gigante bajó en picado y le arrancó la carne del pan con un certero tirón. Nal no se dio cuenta hasta después de haber dado un par de bocados de pan con lechuga. La gaviota lo miraba desafiante, alas en jarras sobre el toldo del carrito, embuchándose su hamburguesa. Pero Nal siguió masticando el pringoso bollo y concluyó que no era tan extraño, habida cuenta de su suerte últimamente.



   Durante todo el verano, desde el cese de su madre, había tenido la impresión de que su vida descarrilaba, y justo cuando tocaba fondo, accedió a que su primo Steve le hiciera un corte de pelo avant-garde. El primo Steve estaba siguiendo un curso de peluquería por correspondencia impartido por una escuela de estética de Nevada, Estados Unidos, y para el examen de Metamorfosis Radical II decidió teñirle la cabeza a Nal de azul brillante y afeitarle la parte delantera en forma de flequillo tentacular. «Radical», observó Nal lacónico cuando Steve le quitó el papel de plata. El primo Steve tendría luego que mandar por correo una foto de la escabechinada cabeza de Nal al desierto estadounidense, 17,49 dólares en gastos de envío, para obtener su diploma. En la imagen, parece como si Nal avanzara estoicamente hacia la muerte engarfiado por las fauces de un pequeño pulpo azul.



   A Samson Wilson, el hermano de Nal, le tocó el turno siguiente en la improvisada silla de barbero del primo Steve: un maltrecho banco de iglesia encontrado en la calle con el que había cargado a cuestas hasta su apartamento. Samson le sirvió de conejillo de Indias para «Tijeras Creativas». Empezó con un rapado normal, pero viendo que quedaba muy mono siguió pasándole la maquinilla. Al rato, Samson tenía la cabeza monda y lironda, como una bola blanca de billar. Cuando Steve bromeó sobre el significado bíblico del hecho, Nal confió para sus adentros en que su hermano perdiera verdaderamente su fuerza con las mujeres. Pero para su consternación, Samson acabó atrayendo a rebaños de damiselas más nutridos si cabe que antes. Las chicas lo perseguían hasta el paseo marítimo cloqueando tontamente sobre el nuevo brillo cerúleo de su cabeza. Samson tenía diecisiete años y poseía un atractivo que Nal sólo acertaba a calificar como de bovino: era un chico sanote y robusto, de carcajada franca, con la profunda serenidad de un rumiante pastando. Nal también lo quería, naturalmente —era imposible no quererlo—, pero no se explicaba la soltura de su hermano con las mujeres, con el mundo en general.

KAREN RUSSELL - "Vampiros y limones" - (2013)


Imágenes: Fares Micue

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