Desapegos y otras ocupaciones.

viernes, 18 de octubre de 2024

POLVO MÁGICO BOLIVIANO


No, no eres la clase de tipo que estaría en un lugar como éste a estas horas de la madrugada. Pero aquí estás, y no puedes decir que el terreno te sea del todo extraño, a pesar de que los detalles están borrosos. Estás en una discoteca hablando con una chica que tiene la cabeza rapada. La discoteca ha de ser Heartbreak o bien el Lizard Lounge. Todo se aclararía si pudieras escabullirte a los lavabos y aspirar un poco más de Polvo Mágico Boliviano. Pero puede que no. Una vocecita interior insiste en que tu epidémica falta de claridad es el resultado de un exceso de todo esto. La noche ha llegado a ese punto imperceptible en que las dos de la mañana se hacen súbitamente las seis. Pero todavía no estás dispuesto a reconocer que has traspasado la línea más allá de la cual sólo te espera daño innecesario y nervios a flor de piel. En algún momento pudiste salir de la situación, pero lo dejaste pasar montado en la cola de un cometa de polvo blanco y ahora estás tratando de hacer frente a las consecuencias. En este momento tu cerebro está formado por varias brigadas de soldaditos bolivianos, cansados y embarrados después de la larga marcha nocturna. Tienen las botas agujereadas y están hambrientos. Necesitan alimentarse. Necesitan Polvo Mágico Boliviano.



   Hay un vago toque tribal en la escena: joyas, caras maquilladas, tocados ceremoniales y peinados modernos. Tal vez un trasfondo de música salsera; algo más que esas pirañas que recorren tu sistema circulatorio y el ondulante ritmo de las maracas en tu cabeza.

   Estás apoyado contra una columna que puede o no ser imprescindible para sostener el edificio, pero que es absolutamente necesaria para que tu cuerpo se mantenga en posición vertical. La chica de la cabeza rapada está diciendo que éste era un lugar excelente hasta que lo descubrieron los gilipollas. No tienes ningunas ganas de charlar con esa chica de cabeza rapada, ni siquiera de escucharla, que es en definitiva lo que estás haciendo, pero tampoco te apetece poner a prueba tu capacidad oral o motriz.

JAY McINERNEY - "Luces de neón" - (1984)


Imágenes: Lucea Spinelli

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