Desapegos y otras ocupaciones.

sábado, 23 de marzo de 2024

UNA PLAÑIDERA MUY ADMIRADA

 


¿Había venido por las plañideras?, me preguntó. Y le contesté: Sí, exacto. Y luego no se me ocurrió nada más que añadir. Por suerte él continuó: ¿había oído alguna vez a una plañidera?, era fascinante, algo hermoso, muy conmovedor. No, le dije. Nunca he oído a ninguna en persona, solo he oído grabaciones… Era falso, y no tengo ni idea de por qué seguí elaborando esa mentira sin pies ni cabeza, confiaba en que no me pidiera que describiera las grabaciones o le contara qué conclusiones había sacado, tal vez las plañideras no permitieran que grabaran sus lamentos y el hombre había sabido de inmediato que no le decía la verdad.

   Me habría gustado cambiar de tema, pero Stefano estaba entusiasmado, me dijo que de hecho su tía abuela era una plañidera muy admirada, una de las mejores de la región. Algunas veces se desplazaba bastante lejos para llorar en los entierros, la gente la contrataba incluso en pueblos en los que tenían sus propias plañideras. Qué lástima que no hubiera ningún funeral al que pudiera asistir ese día, por desgracia no había muerto nadie en ninguna de las aldeas de la zona. Lo dijo sin rastro alguno de morbo, se limitaba a ser práctico. ¡Si hubiera llegado un mes antes!, exclamó.



 Varias personas habían fallecido en los incendios y el campo se había llenado de lamentos. Su tía abuela y una amiga de ella, que a menudo cantaban juntas, habían viajado de funeral en funeral, cantando sin parar, derramando su ulular —la música del duelo— por el aire.

   Dije que sentía habérmelo perdido, un comentario idiota, pero no pareció darse cuenta. Era una práctica que estaba agonizando, dijo de pronto. Ninguna mujer de las generaciones más jóvenes quería convertirse en plañidera, ni siquiera existía el oficio en muchos lugares aparte de en Mani. En su opinión, era una auténtica lástima. No es que él fuese un tradicionalista, puntualizó. Pero hoy en día las chicas querían ser famosas, querían salir en televisión, vestían como prostitutas y luego se sorprendían de que les faltaran al respeto. Se sumió en un silencio meditabundo, saltaba a la vista que hablaba de alguien en concreto.

KATIE KITAMURA - "Una separación" - (2018)


Imágenes: Stéphanie Kilgast

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