Desapegos y otras ocupaciones.

lunes, 11 de marzo de 2024

MAMÁ ESTÁ SIEMPRE EN CASA


 Mamá, sin embargo. Mamá está siempre en casa. A papá lo ves poco y cuando lo ves, te deslumbra. Mamá está todo el tiempo, así que no la ves. Su mano contra tu tripa escurriendo el jabón de la esponja, su mano sobre tu frente, su mano dándote crema hidratante que te alivie los picores o abrochándote el botón del pantalón, que es de los duros, y tú no puedes. Cómo identificar como ajena una mano que está contigo todo el tiempo. Es imposible. Mamá nunca se enfada, nunca está cansada, nunca está triste, nunca tiene miedo. O sea: mamá se traga su enfado a menudo, mamá ignora su cansancio con perseverancia, mamá intenta mostrarse alegre contigo, mamá no quiere transmitirte sus miedos. Mamá se baja al parque con vosotros y te dice cosas que tienes que hacer. «Báñate», «Ponte el pijama», «Vigila a tu hermana», «Termínate el pescado». También te dice cosas que no tienes que hacer. «No se pega», «No se insulta», «No se rompen los juguetes, que han costado mucho dinero», es decir, mucho trabajo. Tú no sabes lo que es el dinero. 


Dirías que papá tampoco. Mamá sí. Si necesitas ropa y te gustan dos jerséis, tienes que elegir uno. Si te gusta un juguete, tendrás que pedirlo por tu cumpleaños. Si quieres una muñeca, tendrás que pedírsela a los Reyes. «Pero ¿cuánto queda para los Reyes?». Queda mucho. Mamá está en todas partes, así que no la ves. Me ves más a mí. La cocina, tu cuarto, la salita. Todo es mamá. Mamá está preparando el CAP porque siempre quiso ser profesora, pero al terminar la carrera se le atravesaron primero un trabajo rápido y rentable y luego la maternidad. Tú. Se le atravesaste tú. Pero tú no sabes lo que es el CAP, ni la vocación, ni el dinero. No concibes que esa mujer —⁠mamá⁠— que satisface a diario tus necesidades pueda tener necesidades propias, que antes de que tú existieras vivía en el centro de Madrid, iba a menudo al cine, viajaba. Ahora también ve cine. En los últimos doce días ha visto 
Aladdín veintiséis veces, ha escuchado la canción —⁠«Un mundo ideal»⁠— veintisiete veces. 


Mamá es solo mamá. Mamá quiere que alguien a lo largo del día no la llame mamá. Mamá haciéndote dos coletas, mamá vistiendo a Simba, mamá haciéndole pedorretas al niño. Mamá que mira por encima del hombro tu carta a los Reyes Magos y recuerda: «No se pueden pedir tantas cosas. Piensa que tiene que haber regalos para todos los niños». Mamá recorriendo en tres días el Hipercor, el Corte Inglés, el Toys «R» Us. Mamá que está siempre. Mamá que no existe. Mamá que nunca se sienta, que nunca se enfada, que te besa si lloras. Mamá que no tiene deseos ni necesidades, ¿cómo va a tenerlos? El trapo de cocina enganchado al vaquero, «Es hora de cenar», «Es hora de dormir», «Marta, a la cama, ya». Tú suplicas: «Cinco minutos, por favor, solo cinco minutos». Entonces, un 6 de enero. Tú dentro de tu pijama de algodón. Simba y su pelo en el suelo del salón, hay globos en el techo y Schoko-Bons en los zapatos. Tu cara. Miras a tu alrededor, los papeles arrugados, rasgados, de colores, todos tus regalos abiertos, tu entusiasmo, sonríes: «Jo, mamá, esto sí que es un Mundo Ideal». La miras: «¿Y a ti qué te han traído?». Qué le han traído: tu cara.

MARTA JIMÉNEZ SERRANO - "Los nombres propios" - (2021)


Imágenes: Lara Lars

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.