Elena extiende el mapa y sostiene el dedo índice de Viktor entre sus dedos. Pasea el dedo de su hijo por el laberinto de nombres, ríos y fronteras. España, repite, esto es España, pronuncia despacio y distancia unas sílabas de otras.
—Primero yo, mi vida, para encontrar una casa grande y un colegio donde haya amigos —le acaricia el pelo, le sonríe.
El dedo de Viktor, guiado por la mano suave, firme, de Elena rodea el contorno de la península Ibérica después de trazar el camino que separa Ucrania de España, Lvov de Dresde, Dresde de Málaga. Dibuja el contorno de la península Ibérica, se detiene antes de llegar a África.
—Aquí, mira, Málaga. Hay playas y nunca nieva.
—¿No? —mira Viktor a su madre, levantando la cabeza.
Elena arriba, la cabeza de su madre al revés. La cabeza de su madre boca abajo que se aproxima y le besa la frente.
Que no, que no llueve, hace calor, que algunas tardes dejarán la ropa en la casa y se acercarán a la playa en bañador, ¿por las calles en bañador?, pregunta Viktor, ríe, abre los ojos y la boca, repite, ¿por las calles en bañador?, sí, mi vida, hace calor en España, en Málaga, que cuando te recoja del colegio iremos a un parque, parques con columpios en Málaga, tardes largas, cálidas, lecciones de español en un parque, aprenderás muy rápido, ya verás.
—¿Pero por qué no puedo ir contigo ya?
—Porque tienes que terminar el curso, porque tengo que encontrar un trabajo y una casa y va a ser más fácil si tú esperas aquí, dos meses, tres como mucho, con la abuela, te llamaré varias veces a la semana, a las seis, para contarte cosas de Málaga, mi vida, mi osito. Los días que yo te diga, a las seis.
PABLO ARANDA - "Ucrania" - (2006)
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