Caminó un buen rato a orillas del río hasta que, de repente, empezó a bajar la cuesta de la ribera cubierta de hierba. El canto de los insectos se calmó un momento, luego recuperó el volumen. El abuelo iba apartando la hierba y aplastándola con los pies. Y entonces desapareció. La superficie del río se iluminaba y oscurecía con los coches que pasaban de forma esporádica. «Un agujero». Al decir esto, mi cuñado se detuvo y se quedó quieto. «¿Un agujero?», le pregunté, pero él no me respondió. No me quedó otra que seguir al abuelo cuesta abajo. Algo se partió bajo la suela de mi zapato. Un enjambre de insectos alados minúsculos se amontonó junto a mi cara. Retuve la respiración y me deslicé con cuidado por el terreno inestable. Pisé cosas duras y cosas blandas. Unos cuantos saltamontes chinos saltaron haciendo sonar sus alas. Avisté un ave grande, de pie en el borde del río, borrosa como si ella misma estuviese irradiando luz. La cabeza del abuelo asomaba de un hoyo bastante ancho que había en la ribera. Estaba mirando hacia el río. Yo me metí en otro agujero que había cerca del suyo; sentí que tenía que hacerlo. Pisé algo blando, y al bajar la mirada me encontré con dos ojos grandes que pestañeaban y me miraban desde abajo. Era el animal. Llegó un aire frío y húmedo desde el fondo y un escalofrío me recorrió entera. El animal no olía a nada. Su pelo duro me rozaba las pantorrillas por debajo de la tela fina del pijama. Noté su respiración. El cielo me pareció alto y bajo a la vez. La fuerza de la gravedad parecía caer con más peso sobre mí al tiempo que me sentía más ligera. Un pájaro, que desde mi perspectiva parecía gigante, estiró el cuello, lo giró a derecha e izquierda y volvió a quedarse quieto un momento después. El canto de los insectos me caló hasta el estómago.
HIROKO OYAMADA - "Agujero" - (2014)
Imágenes: Strangford
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.