Desapegos y otras ocupaciones.

domingo, 30 de abril de 2023

¿POR QUÉ ESTUDIÉ PERIODISMO?


Supongo que, si tus padres son psicólogos, escribir se convierte en la única opción. Te han educado para que lo verbalices todo, para que te expreses como puedas. Así que te pones a ello, porque no sabes entender las cosas sin desengranarlas antes. Y una vez analizadas, puedes transformarlas en abstracción.

   Por eso resulta paradójico que, habiendo estudiado comunicación, tenga tantos problemas para comunicarme con mi padre, que estudió psicología para entender a todo el mundo.

   ¿Por qué estudié periodismo? Todo el mundo sabe que es una mierda de carrera sin salidas, que serviría a lo sumo como posgrado después de unos estudios de verdad. La nota de corte, en 1995, era de 6,7. Yo saqué un 6,96. Ni siquiera fui notable.

   La mayoría de estudiantes de periodismo dirán que eligieron la carrera porque les gusta escribir. Habrá algún friki de la radio, y otros que querrán hacerse famosos en la tele, pero estos también dirán que les gusta escribir. Decir que te gusta escribir es como decir que eres sensible, reflexivo y tienes ambición artística. Equivale a decir que tienes algo que decir. El periodismo, a mediados de los noventa, aún se consideraba un trabajo. Lo llamaban el Cuarto Poder. Pero ninguno de los encuestados, ante la pregunta «¿por qué elegiste periodismo?», habría contestado «para tener poder». O no, al menos, en mi universidad.

   A mí me gustaba escribir, pero el motivo por el que elegí periodismo fue otro. El mismo por el que mi segunda opción fue biblioteconomía y la tercera, antropología: aquellas carreras no se impartían en Mallorca. Y yo necesitaba largarme de la isla.

   ¿Por qué Barcelona? La respuesta también parte de una negación. Simplemente, porque Barcelona no era Palma.

  


   (...) El psicólogo analiza almas humanas y el periodista le busca el alma al mundo. Suele ser un alma en pena que arrastra los pies, agarrada a la sombra de la historia o la desmemoria. La vida en sí nos parece poca cosa, si no es para desentrañar vidas ajenas, enseñar los engranajes que harán un poco más comprensible el mecanismo de casi todo. Por eso nos cuesta entender a los desinteresados, a los apáticos, a los que no tienen sed ni olfato, los que se conforman con el reducido espacio de conocimiento que les ofrece la comodidad de un sofá frente a la tele, en la que los informativos ya no saben qué hacer para acaparar su atención.

   Hasta que una noticia lo cambia todo.

   Nos gustaría desengancharnos de la actualidad, aprender a disfrutar de lo que disfrutan los demás sin cuestionárselo. Pero estamos fatalmente enamorados de una profesión que nunca nos satisfará, que exigirá más y más, hará que nos sintamos pequeños, como Marcel me hacía sentir a mí. Siempre quedarán secretos por sacar a la luz; a veces, en nuestra propia familia.

   ¿Qué hacer entonces?

LLUCIA RAMIS - "Las posesiones" - (2018)


Imágenes: Gideon Mendel

 

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