Desapegos y otras ocupaciones.

miércoles, 28 de agosto de 2024

OLIENDO A BICHO AJENO


Al inspector Morales lo había casado en tiempos de la guerra el padre Gaspar García Laviana con una muchacha de David, Panamá, maestra de escuela, enrolada en el Frente Sur como parte de la columna «Victoriano Lorenzo». Su seudónimo era Cándida, pero se llamaba realmente Eterna Viciosa, un nombre que a Lord Dixon le provocaba arcadas de risa. Y al contrario de lo que su nombre de pila indicaba, su relación con el inspector Morales no tuvo nada de eterna. Eterna, que tras el triunfo hacía turnos de locución en Radio Sandino, se fue volviendo desafecta a la revolución, empujada, quizás, por las infidelidades repetidas del inspector Morales al que su impedimento físico no estorbaba para andar de cama en cama. Un día, en venganza de que había vuelto casi al amanecer, rezumando cerveza y oliendo a bicho ajeno, como ella decía, furiosa salió al patio y tiró encima del techo la pierna artificial aprovechando que él ya se había dormido. Los gritos de la discusión en la mañana, él reclamando la pierna, y ella retándolo a que subiera a buscarla, se oyeron en todo el barrio. Nunca tuvieron hijos, y nada legal los unía porque aquél había sido un matrimonio por las armas. Eterna no volvió a Panamá, sino que se fue a Honduras cuando empezaba a organizarse la contra, y apareció de locutora de la radio clandestina 15 de Septiembre.



   Desde entonces el inspector Morales no tenía nada fijo, pero nunca le faltaba compañía. La Fanny le estaba diciendo que tenía chance esa noche. Trabajaba como telefonista de servicio al público en los turnos nocturnos de la planta de Enitel en Villa Fontana, y era así que se habían conocido. Llamó una vez pidiendo un número y le atrajo la voz, que al contrario de las voces de las otras telefonistas no parecía mecánica y urgida, sino insinuante gracias a la ronquera, una voz con ganas, hubiera dicho Lord Dixon, y entablaron conversación. Era casada con un topógrafo del Plantel de Carreteras en el Ministerio de Transporte e Infraestructura, pero las circunstancias de su trabajo le permitían inventar turnos delante del marido cuando no los tenía. La invitó esa vez al cine, y terminaron la misma noche en uno de los moteles de las vecindades de la laguna de Nejapa, en la carretera vieja a León, los primeros que se fundaron en la capital y ya tan pasados de moda y tan decrépitos que sus rótulos de neón brillaban incompletos. Ahora, se veían en la propia casa del inspector Morales; la recogía en los semáforos al lado de Enitel, y allí mismo iba a dejarla antes de las doce de la noche, cuando terminaban habitualmente sus turnos, y el propio marido pasaba a recogerla. Una operación matemática. O en términos de beisbol, de pisa y corre.

SERGIO RAMÍREZ - "El cielo llora por mí" - (2008)


Imágenes:Hu Weiyi

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