Desapegos y otras ocupaciones.

sábado, 10 de agosto de 2024

NI QUE FUERA UNA ADOLESCENTE PELIGROSA


La cena que había preparado mi mujer consistía en hojas de lechuga y pasta de soja, una sopa clara de algas que no tenía carne ni almejas y kimchi. Eso era todo.

   —¿Pero entonces has tirado toda la carne que había en el frigorífico por ese estúpido sueño? ¿Cuánto valía lo que tiraste?

   Me levanté de la mesa y abrí la puerta del congelador. Estaba vacío. Solo había cereales tostados, pimiento rojo en polvo, guindillas congeladas y una bolsa de ajo picado.

   —Hazme aunque sea un huevo frito. Estoy realmente agotado. Casi ni he almorzado.

   —También tiré los huevos.

   —¿Qué?

   —Tampoco nos volverán a traer leche.

   —¡Joder! ¿Pretendes que yo no coma carne?

   —No podía dejar todo eso en el frigorífico. No lo soportaba.

   ¿Cómo podía ser tan egoísta? Me quedé mirándola fijamente. Ella había bajado los ojos, pero se veía más serena que nunca. No me esperaba aquello. No me imaginaba que pudiera ser tan egoísta y que hiciera lo que le viniera en gana. No sabía que era tan irracional.

   —¿Quieres decir que a partir de ahora no comeremos carne en esta casa?



   —Tú, en general, solo desayunas en casa. Seguro que comerás carne en la comida y en la cena. No te morirás por no comer carne por la mañana —respondió con parsimonia, como si su decisión fuera lógica y apropiada.

   —De acuerdo. En mi caso, vale, pero, ¿y tú? ¿No vas a comer carne de ahora en adelante? —Ella respondió asintiendo con la cabeza—. ¿Ah, sí? ¿Hasta cuándo?

   —Hasta cuando sea.

   No supe qué más decirle. Sabía, de haberlo leído y escuchado, que estaba de moda ser vegetariano en estos días. La gente se hacía vegetariana para tener una vida más sana, para cambiar su metabolismo y dejar de sufrir alergias y piel atópica, o simplemente para cuidar el medio ambiente. Los monjes budistas que hacían vida retirada también eran vegetarianos, pero lo eran por una buena causa: evitar hacer daño a los seres vivos. ¿A qué venía esa extravagancia de mi mujer? Ni que fuera una adolescente caprichosa. No necesitaba bajar de peso ni tenía que curarse ninguna enfermedad, pero había cambiado sus hábitos de alimentación por una simple pesadilla. ¡Ni que estuviera poseída por un demonio! ¿Cómo podía ser tan tozuda e ignorar de aquella manera la oposición de su marido?

HAN KANG - "La vegetariana" - (2007)


Imágenes: Kevin Parry

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.