Desapegos y otras ocupaciones.

jueves, 2 de mayo de 2024

EL CORAZÓN APRIETA EL GATILLO Y DISPARA


Ando por el bosque. No lo había hecho nunca y me engancha. Empiezo dando paseos breves antes de cenar y al cabo de unos días dedico a ello tardes enteras. Salgo del albergue con un jersey grueso y las manos en los bolsillos, y tomo el camino trasero. Es ancho, de piedrecitas y tierra oscura como el café. Los días de cielo luciente parece que el sol lo busque para producir espejismos en él. Aparece gente inexistente, figuras que bien podrían ser personas vistas a través de una columna de humo o un salto de agua. Son inalcanzables, andan siempre delante de mí, al mismo ritmo. Si las miro de hito en hito, adelgazan y desaparecen. Pero vistas de reojo son muy reales, seres dotados de cuatro extremidades que devienen caminantes como yo. Cuando llegamos al bosque, desaparecen entre los árboles. El bosque. La primera vez que me interné en él me sentí amenazada. Aunque el tramo de camino entre el albergue y el bosque discurre entre frondas, es fácil saber dónde empieza el bosque en sí. Lo hace cuando empiezo a notar que los árboles hablan de mí entre ellos en una lengua que se me escapa.



 Las colonias me inquietan, ya sean estas de personas, animales o plantas, y es sospechoso que tantos árboles hayan decidido vivir juntos, aparentemente separados por los troncos, pero entrelazados por raíces y ramas. Y que haya tanta mata desparramada por el suelo. Tanta hoja desconocida. Tantas sombras, tantos silbidos y gorjeos, tanta verosimilitud. De vez en cuando, atravieso cápsulas de silencio y siento que he entrado en casa de alguien que me mira y, si quisiera, podría ejecutarme. El bosque tiene manos y tapa mis ojos. Hace que gire sobre mí misma hasta que me mareo. Me atiza para que corra, me araña, hace que me caiga. No me había caído nunca tanto. Tropiezo con raíces fuera de lugar, tropiezo con piedras camufladas, introduzco el pie en agujeros y me tuerzo el tobillo antes de caerme de nuevo. He besado la tierra cien veces, tengo la barbilla pelada. Lo paso mal y, a la vez, me exalto. Me encanta esa sensación: el corazón aprieta el gatillo y dispara.

EVA BALTASAR - "Mamut" - (2022)


Imágenes: Julie Hefferman

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