Desapegos y otras ocupaciones.

lunes, 28 de noviembre de 2022

TRADUCIR VERSOS EN SILENCIO


«Traducir versos en silencio… ¿para qué?», le preguntó él poco después de conocerla. La veía permanecer largos ratos inmóvil y callada, y ella le explicó a qué se debía: «Leo», dijo. «¿Sin libro?», dijo él. «No me hace falta: leo los versos que desfilan por mi cabeza y los traduzco». «¿Y no los escribes?». «Nunca», dijo ella. «Tan sólo suenan en mi cabeza… Es gustoso, leerlos en silencio y también leerlos de viva voz en silencio, es decir, de viva voz imaginaria». Él dijo: «Me parece fascinante». Y a continuación: «Aunque lo cierto es que no acabo de entenderlo». Ninguno de los dos entendía al otro, cosa que les intrigó y, por tanto, interesó. A ella, que tenía una vida interior tan movida y una vida exterior complicada, la cautivó de inmediato conocer a alguien que parecía tan desprovisto de fantasía y que era extremadamente metódico: podía permanecer en un andén largo rato tras bajar del tren por la simple razón de que nunca daba un paso sin conocer el itinerario a la perfección. A él le fascinaba la actividad que bullía en la cabeza de ella, le fascinaba que la llevara en secreto, le gustaban sus juegos absurdos y sus enigmas, le encantaba que se pusiera a andar siempre sin saber adónde iba y que arrancara a hablar sin saber qué decir.

—También traduzco cuentos, relatos, capítulos de novelas, frases que se me quedan incrustadas en la cabeza, proverbios, refranes, eslóganes, y, en fin… Por lo general, prefiero los textos con métrica. O al menos con algún tipo de ritmo.

Hablaba muy deprisa y cuando acababa se quedaba muy quieta, en silencio, como si se hubiera atragantado por hablar tan atropelladamente y estuviera a punto de desvanecerse.

INMA MONSÓ - "El aniversario" - (2016)


Imágenes: Karina Juárez

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