Desapegos y otras ocupaciones.

miércoles, 10 de noviembre de 2021

SOY NEGRO, MACHO Y MALO

 


    Pudo haber sido peor, créanme. Tardaron un día en decidirse. Prodan. Sahumerio. Violeta. Imaginaba salir al mundo como Violeta y me meaba por los rincones. A ver si entienden: soy negro, macho y malo. Aunque ahora me vean así, entubado, a punto de ser fiambre. Fue un accidente, le pudo pasar a cualquiera. Y no es verdad lo que dicen: no soy estúpido, soy curioso. Si veo algo que se mueve debajo de las hojas… lo muerdo. Disculpen, me disperso, ya sé… no es fácil si Lala me acaricia así. Y no estaría bien visto, un perro moribundo con una erección.

   Pero lo que me excita, más que sus caricias, son sus lágrimas. Porque Lala nunca llora. No lloró cuando la dejó la Guayi ni cuando se murió Brontë. El mentón le tembló un poquito el día que me vio en la jaula. No tuvo ojos para ningún otro. Aunque la turra de la veterinaria le dijo que el de al lado tenía mejor trompa, ella me quiso a mí. No paró de hablarme hasta que llegamos a casa (siempre me trató como a un adulto). Y ese día sellamos nuestro pacto: yo era un regalo para Sasha, su madre, pero era suyo. La meé un poquito, para decirle que entendía. Y entendió.

LUCÍA PUENZO - "El niño pez" - (2004)

Imágenes: Lin Zaoyu

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