Desapegos y otras ocupaciones.

martes, 16 de noviembre de 2021

ME HE CONVERTIDO EN UNA PERSONA DAÑADA

 


   Quiero que sepas, Valentina, que sin ti no lo habría conseguido. Lo digo en serio. Si un día te lo preguntaran, en uno de esos juegos de sociedad tan del gusto de los escritores judíos, podrías decir que le has salvado la vida a alguien. A mí. Sentándome frente a ti, noche tras noche, durante todo un año. Mi año en el reino de la idiotez. Hablándome, aunque sabías que no te escuchaba. Teniéndome a tu lado, estuviera como estuviera. Sé lo difícil que fue. Mi desesperación, desproporcionada para lo que me estaba sucediendo, era enorme e incomprensible. Y por eso, por haberla soportado sin demostrármelo siquiera, te estoy todavía más agradecida.

   Lo hiciste porque me quieres. Y porque era evidente que estaba hundida. No escondía el desánimo, la incapacidad para reaccionar, la angustia que me subía a oleadas, como la leche al pecho de una madre. Pero lo que mostraba, lo que te decía, era solo una parte de la verdad. Y aun siendo grotesca, no era la peor. Lo verdaderamente repugnante, todas las cosas horribles y desquiciadas que hice, las mantuve ocultas. No te las contaba porque me avergonzaban. Esperaba que las intuyeses, pero objetivamente era imposible. Nunca habrías podido imaginarlas, conociéndome.


   Por eso he decidido contártelas ahora. Quiero decirte lo que de verdad pasó en el año que comenzó con la llamada que Davide olvidó cortar. No porque crea que te doy algo agradable, no regalas bolsas llenas de basura a las personas que quieres. Ni porque esté obsesionada por el deseo de ser honesta contigo. Creo que para ti y para mí no hay diferencia. La cuestión, ya lo sabemos, nunca es la verdad, sino el bien.

   Y tampoco te cuento esta historia para mostrarte lo que he aprendido, porque no he aprendido nada. No he extraído ninguna máxima que pueda serme útil en otro momento, no he reforzado mis defensas, no me he vuelto mejor. Tampoco estoy segura de que me haya servido de lección como para evitar que me vuelva a suceder. Al contrario. Ahora sé que nada te mantiene de verdad a salvo de la estupidez, menos aún lo que crees ser, las herramientas que llevas contigo. La inteligencia, la experiencia, los libros. Nada. Y saberlo no me hace más fuerte sino, al contrario, más frágil y más triste. Como los ancianos que caminan cautelosos porque saben que sus huesos pueden desmigarse con solo un paso en falso.

   Me he convertido en una persona dañada.

   Cuando te sucede algo malo, un accidente, una enfermedad, o algo estúpido pero increíblemente doloroso como me sucedió a mí, te conviertes en una persona dañada. Para siempre. Soy como un utensilio cualquiera que ha caído al suelo. Lo arreglas y vuelve a funcionar, pero conserva dentro el trauma de la caída. No sabemos cuándo, ni siquiera sabemos si pasará, pero podría estropearse otra vez. Y sería una consecuencia de esa antigua caída.

   Como te decía, Davide me llamó y después no colgó.

   Pero ¿por qué no colgué yo?

ELENA STANCANELLI - "La mujer desnuda" - (2016)


Imágenes: Paul X Johnson

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.