Desapegos y otras ocupaciones.

sábado, 31 de julio de 2021

SER TÍMIDA ES UNA MIERDA

   


   Ser tímida es una mierda.

   No es ni mono ni femenino ni atractivo. Es un tormento y es una mierda.

   Me pasé gran parte de mi infancia y adolescencia mirando al suelo. Es un misterio cómo no acabé siendo geóloga. Hablaba en susurros. La gente siempre me decía: «¡Habla más alto! No te oímos».

   Me aprendía de memoria las lecciones y los poemas que mandaban en la escuela y luego lloraba para librarme de salir a recitar. Algunos profesores me juzgaban por no estudiar. Otros me perdonaban por no ser muy lista. Solo unos pocos veían mi timidez.

   —Qué retrasada es —decían algunos familiares.

   —Qué callada y educada —decían los amigos más diplomáticos de mi madre.

   Yo pensaba que era fea y estúpida, torpe y negada para socializar. También pensaba que todo el mundo se daría cuenta de estos defectos si me hacía notar. Quería desaparecer en lugar de eso, crecí hasta medir un metro ochenta. Los chicos, concretamente, parecían dar por hecho que lo de crecer lo había hecho queriendo y que debía ser ridiculizada por ello con tanta frecuencia como fuera posible.

   Me escondí tras un gran cuaderno rosa, uno que contenía una resma entera de papel. En él me construí un universo. Ahí podía ser un caballo mágico, una marciana, una telépata… Podía estar en cualquier sitio menos aquel, con cualquier persona menos aquellas.

OCTAVIA E. BUTLER - ·Hija de sangre y otros relatos" - (2006)

Imágenes: Shawn Theodore

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