Desapegos y otras ocupaciones.

viernes, 23 de junio de 2023

EL AMOR ES UN HECHO QUE NO TOMO EN CONSIDERACIÓN


Hay hombres que reaccionan al éxito hinchando el pecho y empiezan a desprender vibraciones que para mi gusto no tienen nada de seductor y, es más, me repelen, pues la ufanía rolliza del jefe de la tribu (o el capo, el cacique, el director general, el capataz, el líder espiritual, el pez gordo, el gallo del corral, el obispo, el reyezuelo, el rector, el millonetis, el encargado, el caudillo, el number one, el gerifalte, el campeón de liga, el patrón, el investigador principal, el capitán, el faraón, el que está en la cresta de la ola) siempre me ha provocado vergüenza ajena y también un punto de tiricia. En cambio, a aquel de los seres humanos que sabe conservar el pundonor en la adversidad e incluso en la miseria, a aquel que entiende que no es un desdoro tener los pies metidos en el fango hasta las rodillas y que, pese a los reveses lacerantes del destino, al final del día tiene un segundo para tararear una nana que tranquilice al vecindario, a ese le amaría sin mesura. A ese le pediría que fundara una secta. Los proyectos condenados al fracaso dividen definitivamente las vidas entre el entonces y el ahora, escribió —no hace mucho, aunque lo parezca— Cormac McCarthy, y en aquel ahora postfracaso yo empecé a pasar el tiempo (un tiempo a la vez hipnótico y grácil como las cabriolas del bailarín Barýshnikov) viendo a Quirós trabajar en el jardín. 



 Le miraba desbrozar, arrancar con las manos las malas hierbas, podar los árboles y los setos, fumigar, regar y, en fin, todas esas tareas propias del antiquísimo arte de la jardinería y anhelaba, no sé, convertirme en rocío y desparramarme tiernamente sobre la vegetación. Desde el porche, mientras bebía zumo de naranja y me abanicaba, yo le miraba. Me considero negada, ya lo saben ustedes, para hablar de la cuestión del amor, que no sé cómo abordar. No puedo evitar acordarme, dada esa incapacidad mía, de aquel director de cine al que interpretaba Orson Welles en La Ricotta (el film de Pasolini) que, al ser preguntado acerca de la muerte (durante el rodaje de una película sobre el calvario de Jesús de Nazaret en el que uno de los actores va a morir realmente de hambre), responde: «como marxista, la muerte es un hecho que no tomo en consideración». Pues igual yo:

   —Como académica, el amor es un hecho que no tomo en consideración.

RAQUEL TARANILLA - "Noche y océano" - (2020)


Imágenes: Rodney Smith

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