Desapegos y otras ocupaciones.

martes, 7 de marzo de 2023

EL ESTADO DE LAS ALMAS

 


En Abinei las casas de piedra son siempre las mismas porque nada se multiplica o disminuye en el pueblo fósil. El estado de las almas de la comunidad impresiona por el hecho de que los muertos quedan compensados con exactitud por los nacidos, y a causa de ello las casas son las mismas e invariado es el número de los hogares. También los animales, como los hombres, nacen y mueren en igual medida. Se accede a las almas del pueblo a través de una membrana, como siempre, y se sale de allí por la extremidad opuesta, hombres y animales, a través de una membrana aritmética que se cierra de inmediato detrás de quien acaba de pasar.



   (...) En cada pueblo del distrito vive, abandonado a su suerte y por debajo de todo orden social, un demente, y en ocasiones más de uno. Por lo general, un loco, pero loco de una locura trágica. Ni una sola vez han generado esas montañas un loco feliz, de esos a los que, alguna vez, los sabios envidian por su vida sin preocupaciones. Son, por el contrario, hombres o mujeres —las mujeres también fuera del orden natural— afectados de una melancolía universal que sufren a causa de su estado y padecen por no poder sustraerse a él.

   El alienado de Abinei se llama Alfredo, pero nadie se acuerda ya de su verdadero nombre y todos lo llaman Buitre porque sobrevive rebuscando restos, en competencia con los perros.

GIORGIO TODDE - "El estado de las almas" - (2001)


Imágenes: Guldies

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