Desapegos y otras ocupaciones.

lunes, 25 de septiembre de 2023

PEQUEÑA NINFA DE LA QUEBRADA


Se los ve bastante desgraciados, es decir, privados del don de la gracia, mientras en medio de ellos la Niña-niña flota llena de gracia: pequeña ninfa de la quebrada.

Me sale ahora al encuentro una foto en la que ella se está riendo. No escucho su risa, pero adivino cómo cascabelea; es una risita fina y suavemente escalonada, como gorjeo de pichón en el nido, y me hace descubrir que los pájaros no pían, sino que ríen. No lo sabía.

 En ésta, Niña-niña frunce el ceño. Carga una olla grande que la obliga a contrarrestar el peso inclinando el torso hacia el lado opuesto. Te das cuenta enseguida que se trata de una niña trabajadora que se toma sus deberes en serio, una de esas chinas superavispadas que nadie sabe cómo ni cuándo logran crecer, terminar bachillerato, entrar a la universidad y en un abrir y cerrar de ojos ya son veterinarias o ingenieras, en todo caso profesionales honradas que sacan a la familia de la miseria, arrastrándolos a todos, tías y padrinos, sobrinas y primos y hermanas, hasta dejarlos bien instalados en la clase media baja, sin gloria pero sin hambre. Así, ella, la Niña de marras, probablemente: una de esas chinas superpilas que se ponen las botas y salen adelante.



 ¿Trae agua en esa olla? Sube por la loma junto a una señora que quizá sea su madre. Pero esa mujer no la mira ni la lleva de la mano, no podría hacerlo, va cargando cosas entre bolsas plásticas. Está visto que ésas no son zonas donde se camine con las manos ociosas y colgando a los costados, ni se las utilice, pongamos por caso, para acariciar la cabeza de una niña. La vida suele ser ruda en las goteras de la ciudad de la pena.

 Sigue otra foto tomada el mismo día, al parecer unos minutos después. La niña va quedando rezagada sin que la mujer, que ahora camina adelante, voltee a mirarla o a apurarla. Y sin embargo, se percibe afinidad entre ellas, tal vez por la idéntica manera de agachar la cabeza y clavar la vista al suelo, cuidando de afianzar los pies en las piedras del camino. ¿Al igual que Monelle, también Niña-niña le cuenta a la mujer cosas sencillas?

 Una foto más, pero ésta es distinta. Sin duda fue tomada en una noche especial. Hay fiesta en el arrabal. Una calle larga, encharcada, bordeada por ventanas sin vidrio que dejan colar el viento que baja del páramo. Perros, tres o cuatro, de los que muerden el calcañal de los ciclistas que pasan. Las casas se ven iluminadas; la electricidad corre robada por cables piratas que se entretejen sobre las cabezas como una red que atrapa cometas. Niña-niña brilla y se destaca porque va coronada con diadema de brillantes. Estrena (supongo) los zapatos blancos de trabilla, y se ha vestido de raso rosado con tul y lentejuelas: está disfrazada. ¿De princesa o de hada? Lo que lleva en la mano podría ser un cetro, o una varita mágica. Su vida, sin embargo, no es ningún cuento de hadas, aunque puede terminar como uno de los más crueles. Suelen ser horriblemente crueles, los cuentos de hadas.

LAURA RESTREPO - "Los Divinos" - (2018)


Imágenes: Graciela Iturbide

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