Desapegos y otras ocupaciones.

sábado, 25 de febrero de 2023

PERO NO HABÍA CADÁVER


Se llamaba Magda. Nadie sabrá nunca quién la mató. No fui yo. Este es su cadáver. 

   Pero no había cadáver. Ni mancha de sangre. Ni maraña de pelos enganchada a las ásperas ramas caídas, ni bufanda de lana roja húmeda de rocío festoneando los arbustos. Solo había una nota en el suelo, crujiendo con el suave viento de mayo a mis pies. Me tropecé con ella en mi paseo al amanecer por el bosque de abedules con mi perro, Charlie.

   Había descubierto aquel sendero la primavera anterior, justo después de que Charlie y yo nos hubiésemos mudado a Levant. Lo habíamos estado pisando toda la primavera, el verano y el otoño, pero lo abandonamos en invierno. Los finos árboles blancos eran casi invisibles contra la nieve. En las mañanas nebulosas, los abedules desaparecían por completo en la neblina. Desde que empezó el deshielo, Charlie me había estado despertando todas las mañanas al amanecer. Cruzábamos el camino de tierra y recorríamos con dificultad la leve subida y bajada de una colina pequeña, e íbamos tejiendo nuestro camino a través de los abedules. Aquella mañana, cuando encontré la nota colocada en el sendero, nos habíamos adentrado más o menos un kilómetro y medio en el bosque.

   Charlie no aminoró ni inclinó la cabeza y ni siquiera bajó la nariz al suelo para olisquearla. Me pareció muy raro que la ignorase sin más; mi Charlie, que una vez rompió la correa y cruzó corriendo la autopista para recoger un pájaro muerto, así de fuerte fue su instinto de dar con el cadáver. No, no se paró a mirar la nota dos veces. Estaba sujeta con unas piedrecitas negras sobre el suelo, puestas con cuidado en el margen superior de la página y a lo largo del inferior. Me agaché para volver a leerla. Bajo mis manos, la tierra estaba casi tibia, unas adormideras de color pálido asomaban por aquí y por allí en los terrones negros, el sol empezaba a brillar con tonos del plateado al amarillo.

OTTESSA MOSHFEGH - "La muerte en sus manos" - (2020)


Imágenes: Bernhard Lang

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