Desapegos y otras ocupaciones.

miércoles, 29 de junio de 2022

TODO ESTÁ SIENDO PERVERTIDO AHORA

 



Nosotras nos habíamos ocupado del alimento durante todo el tiempo que duraron las prédicas del Nazareno en tierras de Galilea, un tiempo que en ocasiones recordé larguísimo y en cambio ahora, llegada a este punto de mi escrito, se me antoja un instante. Ana y las doctoras, sus pupilas, María, Salomé y también las mujeres de Magdala y Cafarnaúm nos ocupamos de lo práctico, de la higiene y de cuidar a aquel hombre empecinado, brindarle un lugar donde descansar, dormir y recuperar el cuerpo, ser amado sin estridencias. Yo cedí, como Leví, parte de mi fortuna para su acción. Además.

Así fue también durante su última aparición pública antes de partir hacia Jerusalén, cuando ya las cosas estaban llegando a su fin.

Teníamos todo listo la mañana en la que Leví corrió a avisarnos de que aquel era el día. El mar había amanecido bajo un cielo tierno que no amenazaba lluvia ni mudanza. Aquello nos alivió en parte. Temíamos desmayos o golpes fatales. Las fuerzas de aquellas gentes estaban ya muy machacadas tras meses, en algunos casos más de un año, malviviendo en los campamentos. No estábamos preparadas para eso. Había soñado que Ana no era Ana sino un monte grande de olivos y yo lloraba por no poder abarcarlo, me abrazaba a su ladera como un lagarto confundido con la arena y que era arena.



Aunque nos repitiéramos lo contrario, no estábamos preparadas para nada de lo que iba a suceder a partir de aquella misma jornada. ¿Quién puede prever los pensamientos, las decisiones de un hombre dispuesto a todo, a lo más enloquecido, tras haber comprobado que su pensamiento y sus palabras mueven montañas y destripan las leyes? Un hombre alimentado de sí mismo que hace de su existencia fantasía o nada. No cabe punto medio.

Aquella vez los discípulos que seguían al Nazareno, sus hombres, con el Gigante a la cabeza, nos ayudaron. El alimento procedía siempre de algún lugar al que ellos no creían pertenecer. Aquellos hombres predicaban el amor, como el propio Nazareno, y me pregunto qué pensaban que significa el amor. ¿De qué se trataba amar, según ellos, si no se alimenta, se cría y se teje, si no se cuida de la higiene y la enfermedad? Sigo preguntándome ahora qué amaban y cómo, en qué pensaban o si siquiera pensaban en algo. Recuerdo la enseñanza, también del Nazareno de amar al otro como a uno mismo. Quizás podría haber dicho amar como eres amado, lo cual sería impropio de alguien que me arrebató a mis pescadores, proveedores de alimento, para convertirlos en hombres dependientes de la generosidad ajena. Dependientes. Pero estas son cosas mías que no me he dicho hasta que han pasado muchos, muchísimos años. Quizás, quién sabe, también se refería él a esto. Todo está siendo pervertido ahora.

CRISTINA FALLARÁS -  "El Evangelio según María Magdalena" - (2021)


Imágenes: Victoria Kalachi

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