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martes, 5 de octubre de 2021

EL MUCHACHO IDEAL Y COMPLETO

   


Tanto el señor como la señora Feathers creían junto con los griegos en «la moderación en todas las cosas». La versión estadounidense de ese antiguo axioma era «un buen equilibrio». Los Feathers querían a su hijo alto, flaco, inteligente, miope e hiperléxico, pero se afanaban en pulirlo y completarlo, por su propio bien. Sabían, como todos los habitantes del Medio Oeste temerosos de Dios, que el muchacho ideal y completo nunca sobresalía demasiado. En la escuela le fue bien pero no como para que se le pudiera acusar de poseer una inteligencia fuera de lo normal. Cada tanto se metía en líos (para demostrar que tenía agallas), pero éstos nunca eran graves y solían terminar a puñetazos con un muchacho menos ideal y completo. Su brújula moral apuntaba a lo correcto, pero de vez en cuando oscilaba, porque a nadie le gustan los mojigatos. Era modesto, benévolo con los inferiores, que eran muchos, y bastante alto aunque no demasiado. Huelga decir que, en la zona de las llanuras de la que procedía Ian y en Estados Unidos en general, durante la mitad del siglo XX, el muchacho ideal y completo era caucásico (aunque en verano conseguía un bonito bronceado), no era un cristiano fanático, y, al menos en la literatura popular, tenía el pelo rubio rojizo y una visión perfecta. Si hubiera que asignarle una temperatura sería tibio. De hecho, sólo había una arena de extremos abierta a ese modelo de mediocridad que los mismos griegos habrían aprobado: los deportes.

SIRI HUSTVEDT - "Recuerdos del futuro" - (2019)

Imágenes: Michael Carson

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