Desapegos y otras ocupaciones.

sábado, 6 de marzo de 2021

EN MI CASA SIEMPRE HA HABIDO UN TELEVISOR


   En mi casa, que yo recuerde, siempre ha habido un televisor. Este hecho me ha proporcionado desde niño una gran libertad para hacer y deshacer a mi antojo, ya que mi madre, durante el horario en el que emitían sus programas predilectos —esto es, la mayor parte del día— me consideraba un muchacho bueno y responsable. Sólo durante los minutos que duraba el informativo —que no atraía ni un ápice de su atención— debía yo rendirle cuentas de mi comportamiento a lo largo de la jornada. En mis ya sobrepasadas cuatro décadas de vida, con pocos objetos estoy tan en deuda como con la vieja televisión de nuestra sala de estar. Tengo la fundada sospecha de que, cuando mi padre nos abandonó, fue la fuerza atractiva del televisor y no el amor que pudiera sentir por su hijo lo que hizo que mi madre no se fuese tras él y se quedase en casa, conmigo. Mi padre se dio a la bebida y eso le llevó a alejarse de mí lo antes que pudo. Mi madre, sin embargo, se dio a la caja tonta, y esto fue lo que la encadenó a su vida de siempre, a su barrio y a su retoño. Con el paso de los años, obedeciendo a ese fenómeno tan humano y tan curioso que suele convertir las costumbres familiares en tradiciones casi inquebrantables, la de la televisión se convirtió en la única luz de la casa que mi madre y yo nos permitíamos tener encendida prácticamente las veinticuatro horas del día.

ALBA CARBALLAL - "Tres maneras de inducir un coma" - (2018)

Imágenes: Ouka Leele

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