Desapegos y otras ocupaciones.

martes, 5 de abril de 2022

MI PADRE LEVANTÓ UNA DE SUS MANOS


De chica, mi madre me contó en varias ocasiones la misma anécdota. Una de cuando recién se habían casado con mi padre. Ellos se casaron muy jóvenes, con dieciséis y dieciocho años pues mi mamá estaba embarazada, un embarazo que perdió a los seis meses. No habían tenido un noviazgo largo, así que no se conocían demasiado. Al poco tiempo de vivir juntos, mientras almorzaban, tuvieron una discusión, alguna tontería de adolescentes, que se fue poniendo acalorada. Entonces mi padre levantó una de sus manos, amagándole una cachetada. Y mi madre, ni lerda ni perezosa, le clavó un tenedor en el brazo que él tenía apoyado en la mesa. Mi padre nunca más se hizo el guapo.

   Cada vez que me la contaba me quedaba pensando cuál de esos tenedores —me encantaba ese juego de cubiertos con mangos de acrílico amarillo que les habían regalado para el casamiento—, cuál de ellos había probado la carne de mi padre.


   No recuerdo ninguna charla puntual sobre la violencia de género ni que mi madre me haya advertido alguna vez específicamente sobre el tema. Pero el tema siempre estaba presente. Cuando hablábamos de Marta, la vecina golpeada por su marido, la que a su vez descargaba sus propios puños sobre sus hijos, sobre todo en el Ale, un nene que dibujaba solamente arañas. A veces nos acostábamos en el pasto a mirar el cielo y si veíamos esas nubes largas, finitas y grumosas, muy juntas entre sí, como ondas, decía: mirá, mi papá estuvo arando el cielo. Su papá era chacarero. El Ale murió en un accidente de moto a los dieciséis.
   Cuando hablábamos de Bety, la señora de la despensa que se colgó en el galponcito del fondo de su casa. Todo el barrio decía que el marido le pegaba y que le sabía pegar bien porque no se le veían las marcas. Nadie lo denunció nunca. Luego de su muerte se corrió la voz de que él la había matado y había tapado todo pasándolo por un suicidio. Podía ser. También podía ser que ella se hubiera ahorcado, harta de la vida que tenía.

SELVA ALMADA - "Chicas muertas" - (2014)

Imágenes: Svetlana Melik Nubarova

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