Desapegos y otras ocupaciones.

sábado, 26 de octubre de 2019

ALGO QUE NO ES DE ESTE MUNDO


Mi madre no cree en acumular posesiones, dice que la lastran. Las pocas cosas que conserva, sin embargo, las custodia con fanatismo.

   Está sentada en una silla con un libro en la  falda y lleva el albornoz que hace unos años Tommy le regaló por Navidad. Es de un verde vivo, estampado con renos saltarines. Sigue llevando su pelo rojizo largo y liso. Está veteado de canas, como si acabara de peinárselo con azúcar. Es una mujer menuda, con un aire de niña abandonada, carita redonda, nariz respingona y mejillas pecosas.

   Cada vez que la veo me asombra qué joven parece por fuera. He visto a gente más mayor que ella con la cara estragada por la edad, pero que tras su máscara de arrugas conservan el destello de la juventud en la mirada. Mi madre es lo contrario. Ha envejecido por dentro. Su cutis parece relativamente intacto, pero sus ojos, en otros tiempos verdes y vivarachos, han adquirido un tono gris apagado, del color del hielo de un estanque.

   Solo recuperan la vitalidad cuando pasa por un episodio maniaco, y entonces centellean con una intensidad siniestra, que imagino le llena la cabeza con la misma clase de ardor que cuando se te han helado los dedos y empiezas a recuperar el tacto en una habitación caldeada. Sé que en esos momentos ve algo que no es de este mundo.
TAWNI O'DELL - "Uno de los nuestros" - (2014)

Imágenes: Nadine Lundahl

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.