Desapegos y otras ocupaciones.

sábado, 21 de agosto de 2021

NO TENÍAN ATMÓSFERA


Metió el tocadiscos en el coche familiar, enrollando con cuidado los largos cables que colgaban de la parte de atrás de los altavoces, envolviendo cada elemento en toallas y sujetándolo entre su maleta y la caja de cartón que contenía los accesorios de alcalde de su tío. Decidió transportar los discos en el regazo para poder ir mirando las carátulas por el camino. Se podía decir que su colección la habían dictado los gustos de otras personas. Estaba compuesta por las cosas que en otros tiempos les habían gustado pero ya no. Llevaba más de dos años, desde que el tío les había hecho mudarse desde San Diego, haciendo visitas periódicas a la tienda de segunda mano para curiosear entre cajas polvorientas llenas de discos de orquestas de viento y grupos de pop de los noventa.

 

Todo había empezado como una necesidad. No había mucho que hacer en el pueblo si no tenías coche. Pronto llegó a un punto en que tuvo que poner un límite al número de veces que entraba en la tienda al mes, para así tener al menos la oportunidad de encontrar algo nuevo. En lo que más se fijaba era en el pelo. Con los grupos con cantantes bien peinados, o al menos con mucho pelo, solía merecer la pena arriesgar un dólar y escucharlos. Le gustaban las baladas poderosas de los ochenta, el pop sintético, los raperos con el pelo largo, rizado y engominado de años atrás. Las cosas nuevas las encontraba en internet, como todo el mundo, pero los discos viejos eran más que música. Si se acercaba un álbum a la cara, podía oler los garajes y los áticos. Podía recorrer con los dedos los trazos de la firma a boli del anterior propietario, escondida dentro de una carátula desplegable. Las cosas digitales eran lo que eran, sin más. No tenían atmósfera.

HARI KUNZRU - "Dioses sin hombres" - ( 2012)

Imágenes: Kevin Barranco

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