Desapegos y otras ocupaciones.

domingo, 2 de mayo de 2021

MUNDOS FELICES, MUNDOS DE TERROR

 


Queda por abordar lo que se conoce por «ciencia-ficción». No deja de ser curioso eso de casar a la ciencia con la ficción. La proliferación y el éxito —¿a qué negarlo?— de este género literario ya es de por sí edificante. Pero lo que uno no acaba de comprender es por qué los autores extreman cada vez más la monstruosidad de sus narraciones. Argumentar que «eso es lo que el público quiere» no vale. Cada autor es muy libre de echar a volar su imaginación y su fantasía e inventar todas las historias o leyendas que se le ocurran. Mas, ¿por qué no han de inventarse mundos felices —que los puede haber…, que los hay— en lugar de amedrantar, de atemorizar y de aterrorizar a sus lectores? ¿Por qué esa maligna obsesión en querer trasladar a posibles planetas habitados esos degradantes esquemas terráqueos? En el fondo, al inventarse mundos de terror —ese terror que dicen que viene del cielo—, extremando al máximo las cotas de alarmismo y de desasosiego humano, no demuestran sino tener muy poca imaginación e inventiva, porque, al fin y al cabo, la semilla, la inspiración de esos atormentados mundos, la tienen a mano: está en nuestro propio planeta. Son, literariamente hablando, unos plagiarios de tomo y lomo, que intentan contagiar al mayor número posible de terráqueos su enfermiza tendencia a alejamos de la Vida y acercarnos a la Muerte.

EDUARDO PONS PRADES - "El mensaje de otros mundos" - (1982)

Imágenes: Sarah Detweiler

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