Desapegos y otras ocupaciones.

lunes, 17 de mayo de 2021

LOS ESCRITORES SOMOS COBARDES

  


Los escritores somos cobardes, Winslow Patrick, no valerosos guerreros. Olvídate de papá Hemingway cazando leones en África. Somos enfermos, agorafóbicos, paranoicos, por eso tenemos una imaginación exuberante que termina por enfermarnos y enloquecernos. La descripción de Freud del paranoico es la descripción del novelista imaginativo. Los que no tienen miedo a la vida se ponen sus botas de cuero y salen a resolver sus asuntos. Los escritores preferimos las zapatillas de felpa y una taza de té para calentarnos los dedos. Por eso necesitamos diez guineas y una habitación propia: porque deseamos escondernos más que cualquier otra cosa. Whitman escribía sobre su carretera que conduce a las estrellas metido en una oficina de Connecticut. Era impresor. Thoreau era fabricante de lápices. En las guerras nos llaman a filas, y allí estamos. Vamos a Francia, vamos a Corea, a Vietnam. Sí, se puede ser un valiente como James Salter y ser también un escritor genial, tan genial como yo no lo seré jamás. Es posible, pero no es lo corriente y ciertamente no es el requisito. El requisito es otro muy distinto. Siempre he pensado que Salter era demasiado masculino, demasiado bravo para ser un escritor verdaderamente grande. Es muy grande, pero si hubiera sido más cobarde y más rastrero, habría sido como Kafka. Walser, otro cobarde, cuya gran pasión era estar al servicio de otras personas, un sadomasoquista extraño, el ayudante, el mayordomo. El Bartleby de Melville. Ese personaje de Hawthorne que se pasa veinte años observando a su esposa desde la casa de enfrente. Historias de cobardes. Historias de cobardías.
  

ANDRÉS IBÁÑEZ - "Nunca preguntes su nombre a un pájaro" - (2020)

Imágenes: joSon

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.