Desapegos y otras ocupaciones.

viernes, 14 de mayo de 2021

LOS PRIMEROS DÍAS DE CAUTIVERIO


 No puede haber, creo yo, ningún preso que al principio no se extrañe de su condición. También nosotros, los muchachos, estuvimos mirándonos extrañados en el patio al que llegamos después de la ducha. Me fijé en un hombre joven que estaba junto a mí, el cual se examinaba su vestimenta, palpándola de arriba abajo, con mucha atención y dedicación pero también con incredulidad, como si tratara de comprobar la calidad de la tela. Luego miró alrededor como si quisiera decir algo, pero al final no dijo nada porque vio que todos estábamos vestidos igual: por lo menos eso me pareció, aunque quizás estaba equivocado. Incluso con su cabeza rapada, con aquella vestimenta, con su uniforme de preso que le quedaba un poco corto pude reconocerlo por su cara huesuda: era el enamorado que una hora antes -porque una hora más o menos había pasado desde nuestra llegada hasta nuestra transformación completa- se había visto obligado a separarse de su enamorada con tanta pena.


 En ese momento, de repente, sentí que me arrepentía de algo. Cuando todavía vivía en mi casa, encontré por casualidad un libro en el estante; se trataba de un libro cubierto de polvo que probablemente nadie había leído jamás. El autor había sido un preso; yo empecé a leerlo pero no pude acabarlo porque no lograba entender el razonamiento del escritor. Me pareció que los protagonistas tenían nombres muy largos, muy complicados, imposibles de retener y, al fin y al cabo, aquel libro no me interesaba en absoluto; después de todo yo aborrecía la vida de los presos. Ahora que, sin lugar a dudas, lo iba a necesitar, no tenía ni idea de lo que allí se narraba. Lo único que recordaba era que el preso decía que se acordaba más de los primeros días de su cautiverio que de los últimos, a pesar de que éstos estaban más próximos al período en que escribió su obra. Esa sola idea ya me pareció sospechosa, pues creía que se trataba de una mentira. Sin embargo, ahora sé que decía la verdad: yo mismo recuerdo mucho mejor el primer día que todos los siguientes.

IMRE KERTÉSZ - "Sin destino" - (1975)

Imágenes: Ali Aschman

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