Desapegos y otras ocupaciones.

sábado, 20 de mayo de 2023

EL MAYOR ENIGMA DE UTICA


Ahora está en su escritorio, dándole sorbos a un café expreso tocado con un poco de anís y contemplando con estupor la luz encendida de su contestador automático. Está a punto de reproducir el mensaje grabado, cuando oye un grito; no ha sido en su cabeza, tiene que haber sido en la calle; el canto rítmico y agudo de un soldado en un campamento militar durante una marcha de instrucción. ¡Hut! ¡Hut! ¡Hut, hut! ¡Hut! ¡Hut, hut! Se acerca a la ventana para verlo aproximarse al foco de luz que proyecta la farola, trotando lentamente bajo la lluvia, el hombre conocido en Utica como el Corredor, quien dos veces al día —una a media mañana y la otra a media tarde— recorre los barrios de Utica, los ricos, los pobres y los de clase media; unas marchas que deben de durar una hora, si bien nadie puede asegurarlo porque ¿quién va a molestarse en seguirlo para cronometrarlo? Siete días a la semana y, sin embargo, está lejos de parecerse a esos tipos espigados y fibrosos que entrenan para correr maratones. El Corredor es fornido, de estatura media, afroamericano, cerca de cumplir los cincuenta —según la ignorante estimación de un caucásico—. Se especula con la posibilidad de que sea un combatiente de la Primera Guerra del Golfo con secuelas psicológicas.



 Los observadores de Utica chismorrean. ¿Lo conoces? No. ¿Sabes cómo se llama? No. ¿Sabes de alguien que lo conozca? No. ¿Dónde vive? Ni idea. Se cotillea más sobre el Corredor que sobre Silvio Conte. ¡Hut! Eliot, que en horario laboral suele estar más en casa que fuera, nunca lo había visto ni oído en Mary Street. ¿Por qué a esta hora? ¡Hut! El Corredor ha sido visto los doce meses del año, haga un calor abrasador o un frío cortante, sobre hielo y sobre nieve, pero ¿con este monzón? ¡Hut! ¡Hut! ¡Hut, hut! Va marcando el ritmo mientras pasa bajo la luz de la farola por la acera de enfrente y, a la altura de la casa de Conte, vuelve a mirarse la oscura silueta del gigantón recortada en la ventana y levanta los brazos en un efusivo gesto: «¡Buenos días!». ¡Lo ha saludado! Conte siente el impulso casi irresistible de salir corriendo con las pantuflas y el batín y unirse a él, recorrer las calles resbaladizas y apenas iluminadas codo a codo con el mayor enigma de Utica.

FRANK LENTRICCHIA - "El sustituto" - (2013)


Imágenes: April Bey

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