Desapegos y otras ocupaciones.

sábado, 14 de enero de 2023

EL MECANISMO INEVITABLE DE LOS SECRETOS


—Cómo fue posible que sucediera esto —se lamentó Mónica, serena pero devastada, el rostro todavía hermoso y grisáceo, como si de golpe la sangre se le hubiese vuelto un fluido demasiado espeso para circular por su cuerpo. Aquella belleza que había cautivado una vez a Esteban, si bien no había desaparecido, ahora estaba sometida no tanto por el dolor sino por la desolación. Me habló a mí, a cualquiera de nosotros, y nos enfrentó finalmente luego de habernos evitado por años. Nunca había tolerado nuestra amistad, nuestros momentos felices o dolorosos junto a Esteban, la complicidad del pasado, el mecanismo inevitable de los secretos, la historia antes de ella. Pero ahora debía aceptarnos en el velorio, en su propia casa, porque noches atrás ella misma nos había llamado.

   —¿Por qué lo dejaron hacer lo que hizo? —insistió Mónica, convencida de nuestra ineptitud para el rescate o lo que pudo ser un gesto de amistad desesperado e inútil. Nos estaba acusando de haber asumido la búsqueda y regresar apenas con un cadáver. Era una mujer orgullosa y experta en rencores. Ese orgullo era lo que ahora la sostenía y la impulsaba a ser desagradecida, a encararnos con ese frío desdén que siempre le habíamos inspirado. Había llegado última a Calais, cuando los médicos de la emergencia ya estaban a punto de llevarse el cuerpo. Lorenzo, el hijo mayor, la acompañaba. Se acercaron a la camilla y miraron brevemente cuando el médico destapó el rostro: ninguno de los dos lo tocó, como si Esteban no les perteneciese o sintieran que no era ese el momento para hacerlo. Después no tuvieron ocasión de volver a verlo.

HUGO BUREL - "El desfile salvaje" - (2007)


Imágenes: Anne Siems

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