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domingo, 8 de enero de 2023

EL HIELO SILENCIOSO Y SAGRADO


Una profecía lapona lo advierte. El destructor va a venir. Epicúreo y ciego, loco de éxtasis, es un coloso que caerá del cielo para pulverizar los hielos sagrados y destruir el pensamiento humano. Pocos saben de esta profecía en las ciudades. Estudiantes de antropología, inmigrantes de las lejanas regiones polares, clérigos. Cuando el asteroide cayó en Tunguska y el cielo brilló fosforescente y sin noche durante semanas, muchos lapones marcharon a rezar entre los tocones del desgarrón. Arrodillados, tiznaron sus rostros con ceniza humedecida con saliva y orina. En sus plegarias agradecían que la profecía se cumpliese en falso, que el gigante hubiera muerto al tocar el suelo. Demasiado furioso, demasiado impaciente, truncó la destrucción de la mente humana y los hielos sagrados en su propia destrucción.

Los árboles destrozaron su cuerpo y su armadura en una explosión. Muchos lapones guardan entre sus enseres virutas y cenizas de aquel suceso. Consideran que traen suerte y las muestran llenos de orgullo a los pocos visitantes. En la noche de San Juan elevan hogueras al hielo y mezclan las cenizas de aquel día con las nuevas. Epicúreos y ciegos, locos de éxtasis, vuelven a tiznar sus caras. Bailan, cantan; nueve meses después nacen niños con los ojos abiertos. El hielo silencioso y sagrado escucha sus gritos de alivio.

JUAN SOTO IVARS - "La conjetura de Perelmán" - (2011)


Imágenes: Samantha Stephens


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