Desapegos y otras ocupaciones.

miércoles, 10 de febrero de 2021

CIEN NOCHES


La belleza es monstruosa. A lo largo de mi vida he hablado de este asunto con muchas mujeres —y con algunos hombres— que creen que es un privilegio sin contrapartidas. Nadie es capaz de entender que la belleza va devorando las convicciones y las certidumbres hasta acabar con ellas. Remueve todos los sentimientos con la misma constancia con la que el agua, invisible, erosiona una roca hasta acabar con ella.
 

(...) A los cuarenta años, cuando mi experiencia de vida comenzó a convertirse en fatiga, hice un cálculo teórico que luego fui afinando con entrevistas personales y lecturas sexológicas: el amor erótico entre dos personas dura como máximo cien coitos. Cien encuentros. Cien noches. A partir de esa cifra, todo es previsible y ordinario. No desaparece el deseo, pero sí la perturbación. No desaparece el placer, pero sí el asombro.

 (...) Me encerré en mi habitación y estuve mucho tiempo llorando. ¿Para qué quería conocer la naturaleza humana si era, en su esencia, un sumidero de mierda? ¿Para qué necesitaba investigar el comportamiento de los hombres y de las mujeres si en él solo había mentiras, desengaños y traiciones? Hojeé algunos de mis cuadernos y encontré en ellos sobre todo hipótesis candorosas y desafortunadas, pero de repente leí una que parecía haber sido escrita para ese momento: «Hay dos tipologías de personas claramente opuestas: las primeras, cuando tienen que comer un menú en el que hay platos exquisitos y platos nauseabundos, comienzan siempre por los exquisitos para evitar que puedan malograrse (a causa de una muerte imprevista, de la saciedad o de algún desastre); las segundas, por el contrario, empiezan por los platos repulsivos para poder regodearse luego en las delicias y quedarse al final con el gusto del placer. En estas dos actitudes puede resumirse casi todo el comportamiento humano. En el amor, en el sexo, en el ámbito profesional o en la creatividad artística. Yo pertenezco al segundo tipo de personas. Con la vida, sin embargo, esa elección es imposible: los platos malos del menú están siempre al final. No se puede disponer el orden.»

«Todas las historias de amor terminan mal», pensé aquella noche. «Las que parecen haber terminado bien es porque aún no han durado suficiente.»

LUISGÉ MARTÍN - "Cien noches" - (2020) 

Imágenes: Steven Levin

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