Desapegos y otras ocupaciones.

sábado, 7 de diciembre de 2019

LOS PELIGROS DE FUMAR EN LA CAMA


La mañana que intentó salir de la casa para ir a anotarse en la facultad, Josefina descubrió que el trayecto de la puerta al taxi le resultaba infranqueable. Antes de poner un pie en la vereda le temblaban las rodillas, y ya lloraba. Hacía varios días que notaba un estancamiento y hasta un retroceso en el efecto de las pastillas; había vuelto esa imposibilidad de llenar los pulmones, o mejor, esa atención obsesiva que le prestaba a cada inspiración, como si tuviera que controlar la entrada de aire para que el mecanismo funcionara, como si estuviera dándose respiración boca a boca para mantenerse viva. Otra vez se paralizaba ante el menor cambio de lugar de los objetos de su habitación, otra vez tenía que encender ya no solo la luz del velador, sino el televisor y la lámpara de techo para dormir, porque no soportaba ni una sola sombra. Esperaba cada síntoma, los reconocía; pero por primera vez sentía algo por debajo de la resignación y la desesperación. Estaba enojada. También estaba agotada, pero no quería volver a la cama a tratar de controlar los temblores y la taquicardia, ni arrastrarse hasta el sillón en pijama para pensar en el resto de su vida, en un futuro de hospital psiquiátrico o enfermeras privadas, porque no podía recurrir al suicidio, ¡si tenía tanto miedo de morirse!


(...) Nico (el verdadero nombre de Zedd) había estudiado cine durante quince minutos y odió todo, pero gracias a un ridículo trabajo (pasear perros) había logrado juntar dinero para comprarse una cámara. Hasta ese verano no se le había ocurrido qué hacer con ella. Pero en una de esas charlas de bar, mientras tocaba alguna banda espantosa (todo nos parecía horrendo ese verano), a Nico se le ocurrió una forma de ganar plata con la cámara.


   El lunes siguiente comenzó a aparecer su aviso en el diario. Decía: «Nicolás. Filmaciones raras. No hago cumpleaños, bautismos o fiestas familiares. Ideal para voyeurs. No hago nada ilegal ni trabajo para maridos cornudos. Llamar al…». Le dije que difícilmente alguien se comunicaría, o siquiera comprendería qué trataba de decir con el aviso. Él me contestó que la gente trastornada o rara iba a entenderlo. Estaba seguro. Y tenía razón.
MARIANA ENRÍQUEZ - "Los peligros de fumar en la cama" - (2009)

Imágenes: Courtney Brims

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