Desapegos y otras ocupaciones.

jueves, 5 de diciembre de 2019

LA VIDA EXISTE


He salido y busco el siguiente metro. Cuando era estudiante lo usaba a diario. Ahora estoy despistada. Aquí son varias rumanas las que pasan como un torbellino por el vagón. Una cuenta por qué piden limosna mientras las otras, más jóvenes, se enredan entre los viajeros como una camada de perritos nerviosos al ver la comida. Yo abrazo mi bolso e intento no perderme ningún movimiento hasta que pasan como una exhalación. Después es una pareja de latinoamericanos, tal vez bolivianos, la que entra a pedir limosna con crucifijos y estampas de la virgen en la mano. Más tarde, un vendedor de clínex. Se lleva la mano derecha a la boca mientras con la izquierda tiende los pañuelos. Con la cabeza le digo que no.


   Ya estoy. Camino bajo el sol hasta el número 26, hace fresco y me doy cuenta de que Madrid me sigue cautivando. Hay coches que pasan con prisa y gente que corre estresada hacia los taxis o el metro como yo hasta hace muy poco, pero si andas con tranquilidad, si no te azuza la prisa como a todos aquellos que van perdiendo el aliento, va a resultar que hay un momento en que el ritmo del riego con aspersión en los jardines centrales de Arturo Soria, las voces de los niños jugando y las conversaciones de vecinos logran asomar casi clandestinamente, sin permiso, con cierta ansia de enseñarte el otro lado. El aire de barrio que en Madrid suele esconderse tras las prisas y las apariencias está hoy aquí, ante mí. La vida existe.
BERNA GONZÁLEZ HARBOUR - "Los ciervos llegan sin avisar" - (2015)


Imágenes: Andrew Salgado

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