Desapegos y otras ocupaciones.

viernes, 24 de mayo de 2019

LA ESTACIÓN MÁS BONITA DE TODAS



—Es la estación más bonita de todas —comenta el padre Juan Borobia—. Es el milagro de la química, cojones. La naturaleza empeñada en emborracharnos, para que dejemos de dominar nuestras conductas y seamos menos civilizados durante unas horas. El vino, con sus millones de putos matices, con el refinamiento, con sus enólogos y sus ingenieros y sus catadores… ¿No es paradójico que algo tan civilizado sirva para ser menos civilizados cuando lo bebemos? Pues no, no lo es, no es paradójico. Lo más civilizado de este mundo es renunciar un rato a la civilización, porque el aburrimiento es propio de la civilización: el hombre se aburre. Se aburre y al aburrimiento hay que ponerle freno. El vino sirve para eso, hostias, para escapar de nosotros mismos. Ese es el motivo por el que la vendimia pone nervioso a todo dios. Mire usted a esos hombres que corren a un lado y a otro con capazos, con muestras, con tractores… ¿Ha visto sus caras? ¿Se imagina esas caras si estuvieran recogiendo alcachofa? Ni de coña.



La fermentación es la mejor broma de la naturaleza. Es el chiste de la Creación, ese con el que nadie puede evitar reírse. El mejor milagro de Cristo fue convertir el agua en vino en las Bodas de Cana. Yo creo que fue de sus primeros milagros porque quería guardar distancias con las obras de su Padre desde el principio, ¿entienden? Un cambio de imagen. Porque Cristo sabía que lo de Job y lo de Sodoma y lo del Diluvio eran cosas que no habían tenido ni puta gracia, y necesitaba darle un aire nuevo a todo el tinglado. Así que, ¿qué hizo? Pues lo que hace todo el mundo cuando quiere demostrar que va de buenas: invitarse a unas rondas. ¿Cuál habría sido su carta de presentación, si no? Hola, soy Jesús, mi padre es una paloma genocida y mi madre es virgen. Imagine la cara que le habrían puesto. Sin embargo: Hola, soy Jesús, acabo de convertir la piscina en una cuba de vino, mi padre es una paloma genocida y mi madre es virgen. Coño, suena distinto, ¿no? Porque parecen las palabras de un borracho. Menos aburridas, más voluptuosas, más alegres. ¿Por qué? Joder, pues por el vino. El vino revienta cualquier ecuación. ¡Pare usted, mi teniente! ¡Pare usted, y bebamos unos vinos! ¡Yo invito, me cago en la puta!

FRANCISCO BESCÓS - "El porqué del color rojo" - (2018)



Imágenes: Juan Dorado

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