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miércoles, 14 de mayo de 2025

¿EXISTE EL MONSTRUO BUENO?


   Me pregunto si todavía piensas en ella como un monstruo. Supongo que depende del significado que le des a esa palabra. ¿Cómo son los monstruos? ¿Horribles? ¿Aterradores? Las gorgonas son ambas cosas, desde luego, aunque Medusa no siempre lo haya sido. ¿Puede un monstruo ser bello si es aterrador? Quizá dependa de cómo se experimente el miedo y se juzgue la belleza.

   ¿Y un monstruo siempre es malo? ¿Existe el monstruo bueno? Porque ¿qué ocurre cuando una persona buena se convierte en un monstruo? Puedo decir sin temor a equivocarme que Medusa era una mortal buena: ¿ha desaparecido toda esa bondad? ¿Se le cayó junto con el pelo? Porque creo que ya sabes por qué razón las serpientes estaban tan ansiosas de que ella se tapara los ojos cuando oyeron que se acercaba su hermana. (Esa es otra pregunta para otro día, supongo: ¿tienen emociones las serpientes? ¿Son capaces de sentir ansiedad? Pero centrémonos en la cuestión que nos ocupa). Supieron antes que Medusa que su mirada ahora era letal.



   Ella lo descubrió uno o dos días después, cuando intentó quitarse de nuevo las vendas de los ojos. Dirigió su mirada hacia algo que veía moverse por el suelo frente a ella. Una raya oscura que se desplazaba veloz sobre la arena dorada y se detuvo en seco. Ella alargó la mano y lo cogió, y lo dejó caer enseguida al darse cuenta de que tenía un escorpión en la mano. Volvió a cogerlo cuando comprendió que estaba muerto.

   Tardó un momento en averiguar lo que pasaba. No tenía la textura de un escorpión. Ella nunca había tenido uno en las manos; quizá no haga falta decirlo, pero por si acaso. Sabía que su picadura podía ser mortal. Pero también lo brillantes que eran y lo resbaladizos que parecían sus caparazones. Y ese era más áspero al tacto de lo que sería un escorpión. Y seguramente también pesaba demasiado, dado su tamaño. Lo cogió y se lo guardó, pensativa.



   Pero no se fiaba de sus propios ojos: ¿quién podía culparla después de haber sufrido semejante agresión? Se preguntó si lo había visto moverse, si no sería una escultura diminuta de un escorpión que las olas habían arrastrado hasta la orilla. O tal vez una de sus hermanas la había encontrado en un asentamiento humano cercano y la había cogido para enseñársela, y luego se había olvidado. Ninguna de esas explicaciones le parecía menos verosímil que la verdad: que había mirado al escorpión y este se había convertido en piedra.

   Tendrían que pasar dos días más y morir otros dos pájaros, un cormorán y un abejaruco, para que comprendiera la verdad.

NATALIE HAYNES - "Las miradas de Medusa" - (2022)


Imágenes: Jeanne Vicerial

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