Desapegos y otras ocupaciones.

viernes, 1 de agosto de 2025

¿QUIÉN PIDIÓ NACER? PORQUE YO NO

 


La escuela era un antiguo sanatorio rodeado de pinos infestados de escarabajos en el que trabajaban con nervioso amor propio las que supuestamente eran las mentes más inteligentes del país. Todos los estudiantes vivían solos en cuartos pequeños y sin apenas muebles. Todos eran hijos del divorcio. Era prácticamente un requisito. El lugar era monacal y en las habitaciones siempre hacía frío. No había campos de deporte ni gimnasios. Me di cuenta de que en cierta manera había estado esperando jardines, laboratorios y bibliotecas. No había ni libros ni papel. Se suponía que tenías que acordarte de los pensamientos gnómicos que los instructores articulaban. La mayoría de las escuelas les decían muchas cosas a sus cautivos sin enseñarles nada, llenándolos no de sabiduría sino de la pretensión de sabiduría. Aquello estaba mal, nos dijeron. Allí las cosas serían distintas.

Durante la orientación, llevada a cabo en un trozo de bosque despejado pero lleno de tocones, un profesor bajito con voz resonante se dirigió a nosotros:



—¿Qué pasaría si un demonio se colara en vuestra soledad más solitaria un día o una noche y os dijera: «Esta vida, tal como la vivís en el presente y la habéis vivido, la tenéis que vivir otra vez y después incontables veces más, y no habrá nada nuevo en ella, sino que todos los dolores y placeres y tristezas y todas las cosas indeciblemente pequeñas y grandes de vuestras vidas han de volver a vosotros nuevamente y en el mismo orden y lugar; incluyendo esta araña y esta luz de luna entre los árboles, incluyendo este momento, y a mí mismo»?

Un niño que había a mi lado se echó a llorar. Otro murmuró:

—No quiero estar aquí. Nadie me ha preguntado si quería.

Y un tercero dijo:

—¿Quién pidió nacer? Porque yo no.

Yo había tenido un trato tan limitado con otra gente que aquella última queja me resultó intrigante, igual que me había maravillado lo fuerte que se había reído Freida.

El hombrecillo del claro continuó:



—¿Acaso no os tiraríais al suelo y rechinaríais los dientes y maldeciríais a ese demonio? ¿O acaso experimentaríais un momento tremendo en el que le contestaríais: «¡Eres un dios y nunca he oído nada tan divino!»? Si la idea de esa araña y esa luz de luna adquiriera poder sobre vosotros, os transformaría y quizá os aplastaría, porque la respuesta a la pregunta con relación a todo lo que existe, ¿queréis todo esto una vez más e innumerables veces después?, se convertiría en la mayor carga de vuestras vidas. O bien os causaría la mayor felicidad santificada y sellada eternamente.

—Eso es pedirnos muchísimo —se quejó alguien por lo bajo.

Los estudiantes-reclusos estaban sentados en bancos, en un círculo mal hecho. Cuando se volvió a hacer el silencio total, el profesor, regresando a su terrorífico tema, gritó:

—¡Pero me he saltado una línea!

Y los alumnos de último curso, los nueve que había, gritaron:

—¡¡¡El eterno reloj de arena de la existencia volverá a dar la vuelta y tú con él, mota de polvo!!!

Nietzsche siempre había sido el principio y el final de la ceremonia de iniciación. Era una tradición.

JOY WILLIAMS - "La rastra" - (2021)


Imágenes: Eli McMullen

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.