Desapegos y otras ocupaciones.

martes, 26 de agosto de 2025

RECURRES A UN PERRO PARA DESCUBRIR CÓMO SE ES FELIZ


 —En serio, Lily —dijo él, conduciendo en la noche—. ¿De verdad te has muerto?

   —Quizá me quedé atrapada en la puerta giratoria del bardo —dijo ella—. No estoy segura. Creo que todo esto puede ser una pendiente resbaladiza por la que puedes volver a subir si consigues suficiente tracción.

   El arenero del gato se movió en el asiento trasero.

   Ella se volvió para echar un vistazo.

   —¿Has estado viviendo en tu coche? —preguntó.

   Para alguien que había vivido cubierta de tierra, el comentario parecía desconsiderado e insensible.

   —No. ¿Qué te lo hace pensar?

   —Nadie lleva un arenero en el coche a menos que viva en el coche. Con su gato.

   —No tengo gato.

   —Ostras, Finn. Eso es incluso peor. Es como si… Bueno, ni siquiera me atrevo a pensarlo.



   Le dirigiría una sonrisa si se volvía para mirarlo, pero pudo ver, porque en todo momento la mantenía en el campo de visión periférico de su ojo derecho, que ella se limitaba a mirar al frente.

   Encendió la radio para que pudieran escuchar alguna noticia sobre glaciares derretidos y niveles del mar en aumento y nominaciones a premios para la mejor interpretación en una comedia o en un musical.

   —¿No te buscaste otro gato cuando murió Crater? —preguntó ella finalmente. Le habían puesto el nombre de un juez famoso. En honor. En honor de las reapariciones.

   —Lamentablemente, no —dijo él. Durante el resto de su vida podría empezar cada frase con un «lamentablemente» y no mentir nunca.

   —Supongo que un perro habría sido mejor opción…

   —Es probable. Recurres a un perro para descubrir cómo se es feliz. Recurrimos a ellos para averiguar cómo saben que el mundo está bien.

   —Recurres a los gatos para verlos ir y venir, ir y venir.



   Finn continuó internándose en la noche, siguiendo sus propios faros. ¿Qué otra cosa iba a hacer?

   —¿Crees que las estrellas pueden cambiar el curso de nuestras vidas? —preguntó él.

   —Por supuesto —dijo ella—. ¿Quién podría no creerlo?

   —A mí, las estrellas me parecen un lío. —Suspiró—. Cien billones de estrellas y aun así no son infinitas.

   —Supongo que tendrán que bastarnos. Tendrán que bastarnos como infinitud.

   —Supongo.

   —Brillan. Titilan. Comparten el espacio. Tienen buenos modales. ¿Crees que cada una de esa millonada de estrellas podría ser alguien que murió?

   —Cada una de esas estrellas es una estrella que murió. O podría estar muriéndose. ¿Mantienen conversaciones? ¿Son parte de un diseño general? Diría que no parecen saber nada las unas de las otras. Y como ignoramos si están vivas o muertas, porque sus vidas se remontan muchos años atrás a su apariencia de vida, cuando brillan sobre nuestras cabezas, aquí, en la Tierra, da lo mismo si estamos mirando un brillo muerto o un brillo vivo. La luz de las estrellas es performativa, y punto.

LORRIE MOORE - "Si este no es mi hogar, no tengo un hogar" - (2023)


Imágenes: Elke Vogelsang

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.