Imagen: Diamantino Jesus y Zé Diogo
Yo me abrazo a la
tierra.
Yo me abrazo fuerte a
la tierra.
Y la beso
y me compadezco
y siento que le
pertenezco
y que me llora por
dentro,
y ella también me
abraza
y me abrazará
y me acogerá
cuando esté muerto.
Y siento la pena
que ella lleva por
dentro,
y siento el dolor
que ella sufre en su
seno,
por sus hijos
maltratadores y
maltratados;
por sus suelos drenados
y reventados;
por sus ríos,
venas maltrechas;
por sus lagos,
llagas que supuran
veneno;
por sus mares,
ya casi muertos;
por sus montes,
por sus desiertos.
Pena abrasada,
derretida,
convertida en cenizas,
en escombros,
en residuos tóxicos.
Cadáver abierto
que sigue luchando,
bloques de hielo a la
deriva.
Animales,
criaturas heridas,
amenazadas,
desaparecidas.
Bosques quemados,
talados:
avaricia.
El señor negro y
dorado
puede mucho
y mata
a la tierra.
Y yo me abrazo a ella
y me arrodillo
y la pellizco
para sentir, para que
sienta
que sigue viva.
24/08/2013
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